¿Indignación, coraje, temor, horror o vergüenza? no sé como llamarle a este sentimiento que recorre mi ser al observar lo que está pasando en mi querido México.
Las escenas de odio y falta de humanidad que vimos hace unos días por el asesinato de indefensas mujeres e inocentes niños en el norte del país no se pueden atribuir más que a animales sin alma y sin corazón. Y me pregunto si ésta es la delincuencia a la que controlaremos sin aplicar severamente la ley; si serán a quienes, una vez que muestren arrepentimiento, se liberaran sin temor a que lo realicen nuevamente, o si serán quienes se controlen por un regaño de su mamá, porque sinceramente no lo creo; a estos asesinos hay que aplicarles con toda su fuerza la norma penal y castigarlos sin miramientos, como ellos asesinaron a los miembros de la familia LeBarón.
¿En dónde están aquellas voces que gritan por el asesinato de 43 estudiantes de Ayotzinapa?, ¿en dónde están las mujeres que en la Ciudad de México exigen respeto?, ¿en dónde está la Comisión de Derechos Humanos?, a ninguno he escuchado exigir justicia por estas mujeres y niños que fueron privados de la vida arteramente, ¿por qué no alzar la voz y decir que el Estado de derecho en nuestro país está cada vez más deteriorado?, ¿que la seguridad pública es una falacia?, ¿que la delincuencia organizada está sobrepasando no solo a las instituciones sino a la sociedad misma? Y, al parecer, desafortunadamente no reaccionamos como ciudadanía para poner nuestro granito de arena en beneficio de las nuevas generaciones que, como los niños Le Barón, ya no tendrán un futuro.
Aquella figura lombrosiana del delincuente ha quedado superada, ahora, es un tipo bien vestido, con apariencia de junior y camionetas último modelo o simplemente un jovencito con apariencia de estudiante de secundaria; ya es imposible saber de dónde vendrá un robo, un asalto o una extorsión, y los sistemas de inteligencia del país se están desmantelando; solo quedan algunos esfuerzos plausibles de estados y municipios que apuestan por la investigación, obtención y análisis de la información para atacar el delito.
Pienso, estimados lectores, que no hay otra alternativa que prepararnos muy bien para ser ciudadanos responsables y auto protegernos con medidas de seguridad personal y familiar; no quiero decir que debamos convertirnos en policías, sino establecer sistemas de protección a nuestra familia con comunicación permanente, ubicación de cada miembro constante, cambios de rutas diarias, claves para identificación de los miembros de la familia y sobre todo, con los hijos, la plática diaria para conocer cualquier detalle sospechoso o fuera de la normalidad que pueden identificar y, en su caso, hacer denuncias inmediatas a la autoridad para su intervención.
Ya es momento de exigir seguridad, pero también de ser actores en nuestra protección y la de nuestras familias
Por cierto: Toluca no es ajena a esta falta de seguridad y acción del crimen organizado; ayer un cadáver en San Buenaventura; hoy un descuartizado en el Cerrillo y una chica asesinada en San Pablo Autopan. Yo creo que la policía municipal debería hacer más presencia en estos lugares y dejar de estar cuidando que no se establezca el comercio informal.