El rector Alfredo Barrera Baca demostró lo que es posible lograr cuando se dejan de lado las formas, las distancias y los extremos, y, vía el diálogo, sentó las bases para que uno de los fenómenos más dramáticos de estos tiempos se atienda de forma puntual en la Universidad Autónoma del Estado de México.
A raíz del lamentable e indignante suceso en el Teatro Los Jaguares, donde una maestra de danza fue asesinada por su ex esposo, la comunidad universitaria levantó la voz para exigir que se fortalezcan los protocolos de actuación para prevenir y combatir toda forma de violencia en contra de las mujeres.
En una primera expresión, donde la pasión se llevó a los extremos, universitarias protestaron en las instalaciones del edificio de Rectoría, donde incluso causaron algunos daños materiales. Pero más allá de pintas o cualquier tipo de expresión radical, sirvió para que la atención de las autoridades se centrara en la solución de un problema de raíz que sí hay que atender de inmediato: la violencia.
Unas horas después las universitaria regresaron a Rectoría para entablar un diálogo con autoridades, el cual se llevó a cabo en el mejor de los términos, sin protocolos, sin mesas o presídium de por medio, de persona a persona, entre iguales, incluso, en una expresión de equidad e igualdad, todos se sentaron en el piso del patio universitario.
Evidentemente los ánimos estaban caldeados y las primeras expresiones se dieron con algunos gritos y formas poco cordiales de quienes se sienten agredidas, y lo son, pues los relatos dejaron entrever que las cosas no han sido óptimas en los últimos tiempos, sobre todo en la relación entre maestros y alumnos, y algunos casos entre trabajadores con sus superiores. Pero además, toda agresión a una mujer es a todas.
Las autoridades universitarias también pusieron sobre la mesa datos que nadie conocía en materia de combate a la violencia, como el hecho de que en el pasado movimiento denominado #MeToo, mucho se habló, mucho se dijo, mucho se expresó, pero cuando se pidió que se presentaran denuncias formales sobre presuntos casos de represión, hostigamiento, acoso, etcétera, nadie lo hizo, nadie presentó una sola queja de forma legal, aun cuando los canales estuvieron abiertos para ello. Sin embargo, se debe considerar que no es fácil hacerlo por temor a represalias, pero debe considerarse hacer una investigación a quienes han sido señalados.
Es muy importante la cultura de la denuncia, pero primero debe asegurarse la integridad de la denunciante, cosa que no se tiene. Si bien las expresiones generalizadas no aterrizan en quejas concretas, con nombre y apellido, limita la actuación, también es cierto que puede investigarse y proteger de esa forma a quienes han denunciado.
Los hechos en los que la maestra de danza perdió la vida, deben ser una llamada de atención para las autoridades universitarias, pues deben establecerse protocolos para este tipo de situaciones de violencia.
En realidad hay que avanzar en la prevención y combate de la violencia en contra de todas las personas, con particularidad hacia las mujeres, pero desde todas las esferas del ámbito social, pues es un hecho que los factores de riesgo están mucho más arraigados de lo que parece, están desde la familia; están desde la forma todavía machista en que se educa a los hombres en el hogar; están desde la visión tan desequilibrada en el trato a hombres y mujeres por los mismos padres, sin considerar que son seres exactamente iguales a los que hay que formar en el respeto, en la comunicación y en la solidaridad de los unos con los otros, más allá de cualquier expresión de género.
Que nadie se atreva a decir que los movimientos feministas no han funcionado o que no se ha avanzado. Que nadie se atreva a criticar o decir que son actos vandálicos. Es la expresión del hartazgo de la falta de seguridad y atención. El Estado tiene la obligación de garantizar nuestra integridad y no lo ha hecho. Las expresiones de protesta seguirán, desde estos espacios o desde las calles, a las que salen miles de valientes mujeres, mientras haya mujeres violadas, agredidas y asesinadas.