La respuesta a esta pregunta es multifactorial. En estas notas nos concentraremos en dos elementos: la política monetaria y la inversión.
En la pasada década de los 80s, varios países latinoamericanos enfrentaron fuertes problemas inflacionarios (Brasil llegó a tener inflaciones de 4 dígitos); México no fue la excepción. Nuestro país llegó a tener inflaciones de tres dígitos, lo que amenazó seriamente la estabilidad macroeconómica de largo plazo.
Cuando tomó el poder el Dr. Carlos Salinas de Gortari, una de sus preocupaciones fundamentales fue precisamente controlar este problema inflacionario, para lo cual una de sus reformas más importantes fue el dar autonomía al Banco de México, Banxico, para evitar de esta manera que financiara de manera indiscriminada al gobierno federal y, por otro lado, se limitara la creación de dinero, con el objetivo de evitar así presiones inflacionarias.
De esta manera, se redactó el artículo segundo de la Ley Orgánica del Banxico, para quedar como sigue:
ARTÍCULO 2o.- El Banco de México tendrá por finalidad proveer a la economía del país de moneda nacional. En la consecución de esta finalidad tendrá como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda. Serán también finalidades del Banco promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pagos.
Nótese que no se hace mención alguna respecto a estimular el crecimiento económico o el pleno empleo de los factores productivos del país.
De esta manera, el banco central se ha enfocado, y por justas razones, a darle prioridad a controlar la inflación, a través muchas veces de una política monetaria definida como contraccionista o restrictiva.
Esta consiste en elevar las tasas de interés para retirar liquidez (dinero) del mercado, el cual, considera este enfoque, que es la causa de la inflación; al mismo tiempo que el gobierno mantiene una política salarial restrictiva por las mismas razones de evitar aumentos de la demanda y las consecuentes presiones inflacionarias.
De manera similar, las altas tasas de interés frenan al consumo pues los consumidores prefieren ahorrar a gastar.
Lo malo de este enfoque es que no considera que las altas tasas de interés frenan la inversión; por su parte, las restricciones salariales disminuyen el consumo y en consecuencia el bienestar personal y social; y al no haber demanda no hay estímulos para la inversión y se frena la creación de empleos, lo que aparejado con la disminución salarial, estrecha el mercado interno y la economía no crece.
Otro gran problema de la falta de crecimiento del país es la falta de inversión. El comportamiento de esta está ilustrado por la siguiente gráfica.
Como se puede observar, la Inversión Total se ha estancado desde 2015 y la inversión pública mantiene una tendencia decreciente desde el año 2009.
Tenemos entonces que hay dos graves condicionantes, grosso modo, de la falta de crecimiento de la economía mexicana: políticas monetarias restrictivas y falta de inversión.
La primera causa se puede empezar a corregir modificando la Ley del Banco de México, para que incluya entre sus objetivos estimular el crecimiento y el pleno empleo de los factores productivos de la economía mexicana.
En dicha institución hay gente muy capaz que es capaz de adaptarse a estos nuevos lineamientos que demanda la realidad económica mexicana.
Sumado a lo anterior, urge impulsar la inversión, comenzando por la inversión pública; pero ¿de dónde saldrán esos fondos? De una muy necesaria reforma fiscal y de una nueva política tributaria: la recaudación fiscal en México es baja, y algunos impuestos, ya sea porque no se pagan (evasión) o porque la base fiscal es baja (recuérdese la enorme actividad del sector informal en México), deben tener una mayor recaudación, como lo ilustran las siguientes dos gráficas.
En este contexto, recordemos que la Fundación Fundar nos informó que, de 2007 a diciembre de 2019, se han condonado 211,740 millones de pesos. Ni usted ni yo nos imaginamos qué significa esa cantidad, pero como señala dicha institución, estas acciones han contribuido a que el 1% de los mexicanos sean los más ricos y sean dueños de 40 de cada 100 pesos de la riqueza nacional. En el otro extremo, el 50% de la población vive en pobreza y sólo tiene 3.5 pesos de cada 100.
Ahora bien. Como comentamos, no hay una sola causa del no crecimiento del país: las crisis internacionales como las del 2001 y 2008, por ejemplo, afectaron toda la actividad económica mundial y especialmente a la de los Estados Unidos, nuestro gran socio comercial, con el 80 por ciento de nuestras exportaciones como destino hacia ese país. Al disminuir la actividad económica en EU, nuestras exportaciones se frenan y afectan a toda la economía.
Es cierto que otro gran pendiente son los aspectos sociales, tales como la inseguridad y la falta del estado de derecho, los cuales desincentivan la inversión, pero aquí nos hemos concentrado solo en dos tópicos económicos.
Resumiendo: por un lado, modificar la Ley Orgánica del Banco de México y dejar de aplicar políticas monetarias restrictivas; y por otro lado, una reforma fiscal y tributaria que amplíe la base tributaria, que haga efectivo el cobro de impuestos y que elimine tantos beneficios fiscales, son dos elementos para empezar a estimular el crecimiento de México.
* Doctor en Relaciones Económicas Internacionales por SciencesPo París. Profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco