Un reclamo, verdaderamente serio y desesperado, hacen los habitantes de Metepec al gobierno municipal, pues en últimas fechas las noticias de este municipio se centran en una serie de acciones de la delincuencia a plena luz del día y en lugares de concentración ciudadana que, lógicamente, ponen en peligro la integridad y la vida de estos ciudadanos, así como el patrimonio de los empresarios.
Insistir en la falta de políticas públicas de prevención del delito y en la falta de acciones por parte de la policía preventiva, pareciera un cuento de nunca acabar y, sobre todo un tema trillado, pero si algo vulnera la tranquilidad de la ciudadanía y la paz social es la inseguridad.
No podemos dejar este tema sin tratar, como si no tuviera importancia, el hartazgo de la ciudadanía nos puede hacer regresar a la venganza privada y eso no es justo ni legal.
Basta ver el ejemplo de una persona asaltada a escasos metros de una sucursal bancaria, en el Estado de Veracruz, que enfrentó a la cajera del banco donde acababa de retirar una fuerte cantidad de dinero y en su enojo exigía a la cajera que le devolviera la cantidad que le fue robada.
Esta actitud es la de un ciudadano dolido, harto de la inseguridad y con la sospecha, muy fundada, de la participación de la empleada en el ilícito, estoy seguro de que si el ciudadano la hubiera tenido a su alcance, personalmente la lleva ante la autoridad investigadora o hasta la interroga.
En otro caso, nos ponemos a pensar por qué el abuelo de un menor de edad que disparó a su maestra, en una escuela primaria, poseía armas de fuego en su casa, ¿no sería por la inseguridad? Muchos ciudadanos se están armando ante la posibilidad de que la delincuencia los ataque en sus hogares.
¿Hasta dónde tendremos que escoger entre los bienes que la ley tutela, la seguridad de nuestras familias y su vida misma, o el tener un arma en el domicilio que constituye, por sí misma, un peligro sin el uso y cuidados adecuados?
Esta es una decisión personal y familiar; sin embargo, cuando la autoridad no cumple con su obligación de proporcionar seguridad, se convierte en una necesidad de los ciudadanos que ante esta falta, tiene que convertirse en su propio defensor.
En fin, hemos platicado en muchas columnas sobre la inseguridad por defectos en la acción de la autoridad y por la descomposición social. Es momento de dejar de improvisar y tener a verdaderos expertos en esta materia al frente de las corporaciones, y no hablo solo de expertos en la operatividad, sino de expertos que pueda crear verdaderos programas transversales de seguridad, que propongan políticas públicas en esta materia; que incidan en la educación de los niños y adolescentes; en la prevención de los delitos en los ámbitos familiar y social; en la profesionalización y dignificación de los cuerpos policiales; en la verdadera investigación y esclarecimiento de los delitos y en general en acciones que den tranquilidad a una sociedad ávida de seguridad.
Por cierto, gran participación ciudadana en el macro simulacro de este lunes; la cultura de la protección civil va en aumento en nuestro país, ¡Felicidades!