Durante estos días de cuarentena hemos sido testigos de cómo la humanidad ha sido responsable con su salud y la de los demás, de las muestras de solidaridad, empatía, ayuda al prójimo y al más vulnerable. Vemos una sociedad que se une en una ola de aplausos y reconocimiento al esfuerzo, voluntad y trabajo de doctores y enfermeras que son el frente en esta guerra contra el Coronavirus. Pero así como hay cosas positivas también hay aspectos negativos con los que viene acompañada.
La cuarentena y la campaña “Quédate en casa”, está afectando a todos los sectores de la población, pero es una realidad que de estos sectores, la población más vulnerable son los económicamente más débiles y donde lamentablemente los índices de violencia intrafamiliar son más altos.
Los factores pueden ser muchos, una familia emocionalmente inestable antes de la pandemia, el estrés, la frustración del encierro aunado a un factor de desempleo y la falta de dinero. La situación al interior de muchos hogares se puede derrumbar al grado de llegar a la violencia de género, violencia intrafamiliar y, peor aún, cuando las víctimas son menores de edad.
Es una realidad que este tipo de violencia ha ido en aumento. De acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación, la violencia contra mujeres y menores de edad al interior de los hogares aumentó en un 120% desde la declaratoria de emergencia y confinamiento para evitar la propagación del Covid-19. Donde 9 de cada 10 personas que sufren violencia en el hogar son mujeres, y donde un 66% es violencia física y un 22% es violencia psicoemocional.
Y es aquí donde aparece el lado oscuro de la pandemia…la violencia contra los menores de edad. Una violencia que tristemente siempre ha existido, pero que hoy debido al confinamiento, los riesgos se han agudizado. Un claro ejemplo está en los recientes feminicidios como el de Ana Paola de 13 años de edad, asesinada en su casa en la ciudad de Nogales. O el caso de Jennifer “N” una menor de 5 años de edad, asesinada a golpes, presuntamente por su padrastro, en Nuevo León.
Recordemos que el Balance Anual de la Red de los Derechos de la Infancia en México (REDIM) 2019 informó que diariamente mueren 3.6 niñas, niños y adolescentes a consecuencias de la violencia. También, refiere que entre enero de 2015 y julio de 2019, se registraron 3 mil 97 feminicidios a nivel nacional, de los cuales 317 de las víctimas tenían entre 0 y 17 años. Es decir, uno de cada 10 feminicidios afecta a niñas y adolescentes. Por cierto el Estado de México encabeza la lista como la entidad con el mayor número de desapariciones de mujeres adolescentes.
Esta “cuarentena” lamentablemente puede hacer que las cifras incrementen. Números que pueden quedar inciertos, porque es imposible saber qué es lo que ocurre al interior de cada hogar. Si para las mujeres resulta complicado alzar la voz y denunciar, para los menores es aún más crítico, sus voces son silenciadas, convirtiéndolo que debería ser su hogar en un infierno.
Nos queda claro que: ¡Las alertas no sirven! ¡Los sistemas de justicia no funcionan! ¡El personal al frente de las Fiscalías no está capacitado! La protección y bienestar de la infancia no es prioridad para el gobierno federal dado que sigue pensando que con la buena voluntad de las personas todo va a cambiar. Por ello, independientemente de lo que haga o no este gobierno, está en nosotros alzar la voz, proteger, cuidar y salvaguardar su integridad exigiendo y exhibiendo la falta de atención y eficiencia de nuestras autoridades. No hagamos que esta pandemia se convierta en una crisis de los derechos de los niños, como víctimas olvidadas y sin números ciertos que registren un dato seguro de afectación.
Recordemos que nuestros niñ@s crecerán y como lo vivan hoy lo vivirán mañana. Depende de nosotros hacer que crezcan y se desarrollen en un ambiente sano y libre de violencia.
Construyamos #CuentasClaras
*Mtra. en Administración de Negocios Especialista en Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores