Al responder a una reportera, quien cuestionó al presidente Andrés Manuel López Obrador respecto de las consecuencias que arrojará en materia económica la pandemia del Covid-19, sobre ¿cuál sería su previsión?, si demasiado pesimista o…, cuando fue interrumpida por el mandatario, quien sostuvo ser optimista, “nos vamos a recuperar pronto”, dijo.
López Obrador señaló que su comentario lo sostiene en datos reales, datos duros, haciendo la comparación respecto del primer trimestre del año, en el que “se pronosticaba que íbamos a caer hasta -5% y no fue así”, y que el trimestre más difícil, sin duda, es el presente, el que comprende abril, mayo, junio.
Que ese es su pronóstico y que es el que desea, “¿cómo voy a estar pesimista?” señaló, que eso se lo deja a los que les ha ido mal y están enojados, nosotros tenemos que cantar, ver con optimismo el futuro y tenemos que salir adelante, y remató su comentario parafraseando la canción “Gracias a la vida”.
“Gracias a la vida”, es una popular canción folclórica chilena, compuesta e interpretada por la cantautora Violeta Parra. Numerosos artistas de todo el mundo han interpretado a la que se le llamó himno a la existencia que, sin embargo, para varios críticos, fue el reflejo del ánimo depresivo y la despedida de Violeta, quien se suicidó el 5 de febrero de 1967.
La evocación de la canción chilena en medio del infortunio que se vive a consecuencia de la pandemia, parece ser más que oportuna, cruel, como parte de una obra de terror montada a partir de la frase, que es al mismo tiempo estremecedora y triste, y que soltó el mandatario en abril; “…o sea que nos vino esto como anillo al dedo para afianzar, el propósito de la transformación”.
El gobierno lopezobradorista se encuentra en medio del desastre, y lo peor, ante una enfermedad que aún no encuentra por ningún lado el pico, para poder aplanar una curva que no termina por aparecer. Los reportes de la cantidad de contagios y decesos diarios destrozan los pronósticos de las autoridades sanitarias.
La atención de la pandemia del SARS Cov-2 ha sido de las peores en el mundo. Nunca, hasta hoy, se han escuchado de forma correcta las recomendaciones que emite la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las conferencias que ofrece todos los días el vocero del gobierno, el subsecretario López-Gatell, ya son un sinsentido, y éste se encuentra encantado en su pequeño altar, y ya no sabe qué mentiras decir.
Además, el país se encuentra incendiado por el crimen, las estadísticas reportan más muertos por la violencia que en ningún otro sexenio, y el de Macuspana parece divertirse, evita hablar de estos temas simplemente porque no le conviene.
La crisis económica será tan brutal, que no habrá posibilidad de compararla con algún otro gobierno del pasado. Impondrá un nuevo precedente, una referencia histórica del cómo no debe actuar un gobierno ante una crisis de esta magnitud.
Muy a pesar de que teniendo tanto poder, el titular del ejecutivo ha decidido continuar con sus mega obras, y sus programas sociales electoreros, dejando morir a miles de pequeñas y medianas empresas, y junto con ellas, millones de empleos. Y todo lo ha provocado literalmente sólo, mientras que su gabinete, legal y ampliado, solo aplaude.
Así la visión de un líder que lleva a la ruina al país, acabando con las instituciones, asustando a los inversionistas, empobreciendo a la clase media y sepultando por muchos años a la pobreza extrema.
Mientras que parte del pueblo aún guarda la esperanza de que el rosario de promesas se cumplan cuando los conservadores lo dejen hacer su trabajo, pues seguirán pensando que en realidad no lo dejan gobernar, hasta que llegue el momento, cuando materialmente ya no haya nada qué hacer, que se den cuenta que fueron únicamente palabras.
La bandera de acabar con la corrupción descubre su verdadero rostro, además de ser utilizada a más no poder como pretexto ideal para la destrucción del país, basta utilizar esas palabras mágicas, sobre la existencia de corrupción, para permitirse quitar lo que no le parece al tabasqueño.
Por eso mismo, no debe sorprender a nadie que López Obrador haya puesto sus ojos en el Instituto Nacional Electoral (INE), que le representa la joya de la corona, uno de los últimos resquicios de la incipiente democracia de nuestro país.
Una de las manifestaciones que marcan la obviedad de su intención, es que se ha llamado guardián de las elecciones del próximo año. Que aunque ya le respondieron Lorenzo Córdova, presidente del INE, y el consejero Ciro Murayama, de que esa no es su facultad y que, por el contrario, debe abstenerse, ya se conoce el talante de AMLO.
Ahora, se encuentra en una interesante disyuntiva, se había conocido la noticia de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quería que fuera el presidente mexicano a visitarlo, hasta que fue el propio Trump que lo anunció ante los medios de comunicación, era difícil que López se negara, no podía contradecir a su homólogo que lo ha comprometido, y desde luego ya lo confirmó. Será entonces Estados Unidos el primer país al que AMLO viaje en casi dos años de gobierno.
El interés de Trump es obvio, necesita del apoyo de los latinos para su reelección, pero para México, ¿cuál será el beneficio?, más bien, parece ser otro monumental error.