Entre otros impactos, es posible que la pandemia haya suspendido o cambiado algunas de las tendencias de la geopolítica mundial.
Concretamente, en una historia que todavía se está haciendo, está por verse cómo evoluciona la globalización y a qué ritmo se sostiene el desplazamiento que venía en curso del centro de la economía política global de Occidente, principalmente Estados Unidos, hacia el Asia Oriental, especialmente China.
Tras la Gran Recesión de 2009 y después de una década de crecimiento económico, la esperada ¨normal¨ caída en el futuro inmediato por agotamiento del ciclo económico estadounidense no sólo se adelantó sino que se agudizó por la pandemia. Lo que venía siendo una leve y gradual desaceleración, se agudizó con la violenta irrupción del Coronavirus y el forzado parón de la mayoría de las actividades ¨no esenciales¨ para evitar la propagación del contagio.
Al iniciar 2020 era predecible la posible reacción de las autoridades monetarias de Estados Unidos para contrarrestar la pérdida de dinamismo económico, recurriendo como anteriormente en crisis anteriores a incrementar la deuda gubernamental para financiar el mayor gasto público y amortiguar la caída, sobre todo, en año de elecciones.
Sin embargo, la sorpresiva plaga ha requerido inyectar cantidades considerablemente mayores de dinero y crédito que en crisis económicas anteriores y aún así se espera una caída del producto interno bruto de Estados Unidos, de -8 por ciento o más para este 2020 (se espera una caída de casi 5 por ciento en la economía mundial, suponiendo que la situación no empeora aún más).
Ya en el primer trimestre de este año la caída del PIB en Estados Unidos fue del -5 por ciento (-2.4 por ciento de caída en México) y se estima una de -16 por ciento para el segundo trimestre (posiblemente la caída del PIB mexicano en el segundo trimestre sea de alrededor del -20 por ciento o mayor).
Por su parte, la economía china se contrajo un 6.8 por ciento interanual en el primer trimestre de 2020, después de un crecimiento del 6 por ciento en el último trimestre de 2019. Es la primera contracción del PIB desde 1992, lo que refleja el daño severo causado por el brote de COVID-19 después de que las autoridades impusieron un cierre de casi dos meses de toda actividad comercial no esencial. Según el pronóstico más reciente del Fondo Monetario Internacional se espera que China se recupere y crezca 1 por ciento, aunque en el contexto histórico esto significa un gran retroceso después de más de un cuarto de siglo de elevadísimo crecimiento.
Las diferencias en las reacciones de las naciones afectadas se hicieron patentes a medida que la crisis de COVID-19 dejó de ser un problema de salud confinado a China y en cambio se convirtió en una amenaza global y Estados Unidos resultó la nación más afectada hasta ahora.
El que la epidemia se haya originado en China ha provocado que las relaciones entre Washington y Pekín añadieran una nueva polémica a la división sino-americana y ahondaran sus anteriores diferendos políticos, financieros y económicos, especialmente en el área del comercio bilateral.
Estados Unidos arremetió duramente contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que acusó de actuar como agente de relaciones públicas de Pekín y por no haber presionado a China para que fuera más transparente sobre lo que sabía acerca del virus.
Así, Estados Unidos anunció en abril que su país suspendía de forma temporal la aportación económica que le hace a la OMS, mientras se realiza una investigación sobre el papel de la OMS en la supuesta mala gestión y posible encubrimiento de la expansión del coronavirus.
Washington aporta entre 400 y 500 millones de dólares anuales a la OMS. Se estima que la contribución de Estados Unidos a la OMS se acerca al 15% de toda la financiación del ente. Es el país que hace una mayor contribución mientras que, en cambio, China aporta apenas 40 millones de dólares anuales.
Pocos días después de que Estados Unidos resolviese suspender su contribución a la institución, la OMS ha solicitado recursos adicionales para combatir la pandemia. En respuesta, China anunció que aportaría de inmediato 30 millones de dólares adicionales a la OMS y a mediados de mayo, el presidente de China, Xi Jinping, se comprometió a aportar unos 2,000 millones de dólares a lo largo de dos años para ese fin.
Los retos a la globalización van de la mano con la forma de recuperación de la economía y la política mundiales. Cómo se enfrente la nueva conflictividad social y los seculares problemas preexistentes de cada sociedad, especialmente las grandes economías que lideran el crecimiento (o decrecimiento) mundial.
En el caso de Estados Unidos, su sociedad enfrenta rebrotes de viejos problemas de desigualdad económica y política, teñidos de añejos prejuicios raciales, y que provocan crisis recurrentes. A nivel de nación estos problemas se manifiestan en muy elevados niveles de endeudamiento público (más del 100 por ciento en relación a su Producto Interno Bruto desde antes de agregarle el reciente endeudamiento por los programas de apoyo por el Coronavirus), sólo sostenible por la posición privilegiada que tiene la moneda de ese país después de la Segunda Guerra Mundial, por los acuerdos monetarios de Bretton Woods basados en el dólar como moneda privilegiada de reserva.
A nivel individual, se revelan en altos grados de deudas privadas con la banca, destacadamente la estudiantil (garantizada por el Gobierno) y sobre todo la empresarial que es enorme y cuyos excesos ponen en peligro a la banca.
Ambos factores problemáticos, el público y el privado, se condensan en un sistema financiero internacional en el que aunque predominan los bancos estadounidenses, el Gobierno de ese país juega un muy importante papel precisamente a través de la Deuda Pública. Cabe señalar que esta es un vaso comunicante importante entre las finanzas públicas de Estados Unidos y las de China, que es la nación que más Bonos de Deuda del Tesoro de Estados Unidos tiene en su haber.
Para China, hasta hace poco el reto de transitar hacia el capitalismo parecía ser más político (problemas con Hong Kong por la nueva Ley de Seguridad, Taiwán, etc) que económico. Con la intrusión del Coronavirus y el frenón económico, está por verse a qué clase de ¨nueva normalidad¨ vuelve la República Popular de China, con sus más de 1,400 millones de habitantes.
Para situar la cuestión de la rivalidad entre Washington y Pekín hay que recordar que Estados Unidos ha estado en años recientes en relativo declive con problemas de déficit presupuestal gubernamental y los déficit gemelos en su cuenta corriente y de capitales, mientras que China ha tenido un crecimiento extraordinario con excedentes en esos mismos rubros.
Esto ha puesto a EU en situación desventajosa teniendo que decidir qué aliados u organismos abandona para reducir sus gastos, en tanto que China se encuentra en la posición de elegir qué nuevos aliados recluta o a qué asociaciones se une, principalmente en el área de comercio y de finanzas.
En suma, hay un elevado grado de incertidumbre en el futuro desenvolvimiento de la economía mundial que se refleja en el comportamiento errático en las Bolsas de Valores.
Tras saberse de la epidemia, cayó primero la Bolsa de China en enero y luego al declararse oficialmente la pandemia en marzo cayó la de Wall Street y las del resto del mundo tuvieron un fuerte bajón. Pero con los apoyos gubernamentales y la enorme inyección de dinero y crédito a las economías los índices bursátiles se recuperaron en los siguientes meses.
Pero luego tuvieron otra ronda similar de pérdidas bursátiles y nuevamente una recuperación que, según algunos expertos, amenaza con volver a caer cuando se acaben de mostrar los resultados de las empresas que se esperan bastante negativos en general en el futuro próximo. Sin embargo, al menos en Estados Unidos se espera una segunda ronda de apoyos financieros a la población y a las empresas que puede amortiguar las caídas en la Bolsa.
Los agentes claves de esta transformación global en curso siguen siendo, a pesar del Coronavirus, los Estados Unidos y China. De sus reacciones e interacciones dependerá en gran parte lo que suceda en el resto del siglo 21 en el mundo. Lo único seguro es que nada será igual.
México se encuentra estancado económicamente desde el año pasado y en clara recesión ya en este primer semestre. El parón de las actividades económicas por el avance del coronavirus ha duplicado las dificultades del país para atraer el nivel adecuado de inversiones para que la economía reinicie su crecimiento.
En este caso, las autoridades mexicanas han puesto sus esperanzas en que la recuperación de la economía de Estados Unidos dará el impulso económico que el país necesita para volver a la senda del crecimiento y que la entrada en vigor del T-MEC a partir de este mes de julio ayude a estimular efectos positivos en el crecimiento.
No será fácil, sobre todo mientras no se controle la pandemia y a condición de que se puedan dominar posibles rebrotes que pudieran requerir nuevas suspensiones de actividades económicas. Todo esto, en espera de las milagrosas vacunas que permitan volver a la ¨nueva realidad¨, si algo como eso es posible entre las normales turbulencias del mundo del capitalismo mundial, al estilo chino o al norteamericano.
Junio 2020