Es increíble que contrario a lo que tanto se anunció, que para superar la crisis sanitaria que ocasionaría la llegada a México del Covid-19, la indicación era quedarse en casa, pero para México parece que todo fue al revés, esperar a que la pandemia estuviera en su nivel máximo de propagación, para entonces sí, salir a una “nueva normalidad”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador aparece muy molesto, y cada vez le cuesta más trabajo ocultarlo, cuando se entera de las comparaciones que normalmente se hacen, ante otras naciones respecto de número de contagios acumulados y muertes ocasionadas por el Covid 19, y su reacción es predecible, se va en contra de los medios de comunicación llamándolos conservadores y amarillistas.
Vayamos por partes; en realidad, ¿a quien en su sano juicio le parece bien que las estadísticas de escándalo que presenta México se encuentren en el nivel en el que se encuentran? La mayoría de los medios están cumpliendo con su trabajo, que no le guste al tabasqueño es otra cosa, pero ¿qué tal cuando se encontraba del lado correcto de la historia, es decir, cuando era oposición? Aplaudía todo y entonces el Reforma, el Universal, o Ciro Gómez Leyva, entre otros, ¿si cumplían con su deber? Ahora además de conservadores, hasta sicarios mediáticos son.
Mientras tanto, el Rockstar y vocero del gobierno federal para el tema de la pandemia, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de Salud, tiene que dar la cara a la prensa todos los días, que ya le cuesta, lo tiene al borde del fastidio, ¿la razón? Es simple, tiene que aguantar a la prensa para defender sus pronósticos que no dan una, por lo que se ha limitado a leer los números que arrojan sus estadísticas.
Aunque su desempeño al frente de tan delicado encargo quedó marcado por la poca seriedad que mostró con su comentario de que “la fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio” con ello derribó, para muchos, la percepción de que se trataba de un verdadero profesional, más bien de alguien que hará lo que sea para quedar bien con su jefe, si el tema no tuviera la importancia que tiene, resultaría cómico, pero es trágico.
Y es precisamente la actitud del subsecretario lo que ha complicado todo, no únicamente por sus indicaciones contradictorias, incluso contrarias a las que emite la Organización Mundial de Salud (OMS) sino por los desencuentros que ha protagonizado con gobernadores, legisladores y con la prensa, que no son de a gratis, porque parece que lo mismo le da que sean 5, 6, 8 mil muertos, que treinta mil o más, esa condición le ha venido marcando una fecha de caducidad a su desempeño.
Los contagios en México no paran, las muertes han rebasado las 31 mil, de acuerdo a las cifras oficiales, y mientras el presidente se enoja porque el país se encuentra ya en el cuarto lugar del mundo, sólo por atrás de Estados Unidos, Brasil e Italia, por haber rebasado a España y Francia, exige, con un semblante descompuesto, que no se hagan esas comparaciones porque no es igual el numero de habitantes, lamentable declaración, porque hay otros que superan en ese renglón a México que reportan menos muertes y contagios.
Se pierde el tabasqueño, y permite que la molestia se refleje en su rostro, nada conveniente para el líder de una nación. No debería olvidar que pese a conocer la multiplicación del mortal virus por el mundo antes de llegar a suelo azteca, su recomendación a la población fue la de seguir saliendo a comer a las fondas, a abrazarse, “no pasa nada”, aseguraba, lo que secundó López-Gatell, quién además determinó que no era necesario el uso del cubrebocas, ni las pruebas recomendadas por la OMS.
Lo cierto es que la aplicación de las pruebas eran demasiado caras para un gobierno que prefiere guardar el dinero y gastarlo en sus programas sociales y la construcción de sus proyectos faraónicos y que formarán parte de los “elefantes blancos” como otros tantos que hay en nuestro país, como si hicieran falta. Que para utilizar el recurso para la aplicación de esas pruebas y material de salud.
¿En dónde quedó la cantaleta de primero los pobres?, ahora son los más afectados por la crisis sanitaria y por ende, por la económica, que se va a dejar venir con todo su peso.
Presume López que la recuperación económica del país será rápida, como en “V”, pero su cálculo está apoyado únicamente en su deseo, no en uno que haya resultado de un estudio profundo, además, sus proyecciones no le dan la razón, y es la fecha que ya debería haberse cambiado de nombre.
Carente de verdaderos proyectos, todo parte de la imaginación del tabasqueño, es ahí en donde radican sus otros datos, que son una fuente inagotable de números que maneja como si por arte de magia se pudieran aplicar a la realidad.
El crecimiento del 4% del PIB en su sexenio, solo quedó como promesa, así como el de seguridad, que se resolvería casi de inmediato una vez que se sentara en la silla del águila, y del sistema de salud parecido al de Canadá o de países europeos mejor ni hablar.
La falta de un plan bien estructurado para enfrentar la pandemia, permitió que el mortal virus estuviera de fiesta en suelo azteca, no hubo control en aeropuertos, ni pruebas, y la necedad de contraindicar el uso del cubrebocas expuso a la sociedad.
En el Valle de Toluca, uno de los presidentes municipales que ha tomado con mayor seriedad el asunto, ha sido Juan Rodolfo Sánchez Gómez, el edil toluqueño, a quien de pronto se le juntó la chamba y se vio en medio de una serie de contagios y muertes que no habían sido pronosticados, pero reaccionó. Ahora el uso de cubrebocas es obligado para toda la población en los espacios públicos del municipio, para evitar la propagación del Covid-19, como medida permanente. Quienes no usen cubrebocas recibirán primero una amonestación, la segunda una sanción económica de 2,600 pesos y la tercera, arresto inconmutable
¿Qué no debería haber sido así desde el principio? López Obrador y López-Gatell en un futuro tendrán que dar explicaciones por tantas decisiones equivocadas.