El Estado y la delincuencia organizada

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El Estado y la delincuencia organizada

Miércoles, 08 Julio 2020 00:08 Escrito por 
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En la columna anterior, estimados lectores, señalamos el ataque al secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México como una afrenta al Estado mexicano, y no solo al gobierno, sino a la ciudadanía también. El atentado no solo se trató de eliminar a una persona, se trató de acabar con la representación de la fuerza pública, del Estado de Derecho, la paz y la tranquilidad de todos los habitantes de este país.

Desafortunadamente, esa afrenta no es la única que el Estado mexicano ha recibido en últimas fechas, no podemos olvidar la detención en Culiacán Sinaloa de Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo Guzmán, y el cual fue liberado de manera inmediata por la reacción de las huestes del cártel de Sinaloa, lidereado por esta familia, y que obligó al gobierno mexicano a dejarlo en libertad a cambio de la seguridad y tranquilidad de una ciudad y todos sus habitantes.

Ahora, otro grupo de la delincuencia organizada, denominado el cartel de Santa Rosa de Lima, mantiene aterrorizados a los pobladores de Celaya en Guanajuato, atacando y eliminando a todo policía que se les atraviesa en el camino, sin medir las consecuencias y poniendo en peligro a la ciudadanía en general. El líder de este cártel, José Antonio Yépez Ortiz, alias el Marro, se atrevió a amenazar al Estado mexicano y a cumplir sus amenazas.

Yo me pregunto: ¿qué necesitaremos para reaccionar, como gobierno y ciudadanía?, las acciones que restablezcan el Estado de Derecho y la paz social no pueden esperar, el gobierno no puede dejar de aplicar la ley y los ciudadanos debemos rechazar todo lo que tenga que ver con la cultura del narco porque estamos inmersos en esa vorágine, así que muchos se visten como narcos, escuchan narcocorridos y hasta quieren comportarse como sicarios; ya basta, hay que entender que estas acciones nos están llevando al abismo.

Tal vez necesitamos recordar nuestra historia y que la presión sea externa para lograr que la ley se aplique; no olvidemos que las detenciones de Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo se propiciaron por la presión de Estados Unidos, después de que estos torturaran y asesinaran al agente de la DEA Enrique “Kiki” Salazar, cuando éste descubrió la ubicación del rancho “El Búfalo”, lugar en el que se producía la mayor parte de la mariguana que se enviaba al vecino del norte.

Tampoco podemos olvidar la presión que ejerció El Vaticano por la muerte del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y tras la cual se inició una cacería, logrando la detención, por primera vez, de Joaquín Guzmán Loera, el famoso Chapo Guzmán.

Estos dos ejemplos, nos hacen pensar que sí se pueden realizar las acciones que nuestro país requiere para controlar y terminar con este mal llamado delincuencia, la mala noticia es que al parecer necesitamos que alguien nos dé el empujón definitivo.

Por cierto, debemos tener mucho cuidado, el semáforo naranja solo es para que se reinicien algunas actividades, EL VIRUS SIGUE AHÍ y no podemos bajar la guardia; las medidas de higiene, confinamiento y sana distancia son vitales, no nos confiemos.

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José Vera Monroy

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