El movimiento del Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA) surge del descontento ocasionado en una buena parte de la sociedad por la forma en la que se conduce el destino del país. Con marca propia, éste se distingue de entre otros por sus características que son distintas a las que estamos acostumbrados, que son marcadas por la violencia que reflejan en marchas y plantones, por todo lo largo y ancho del territorio nacional.
Es quizás por lo que se han ido ganando el respeto de muchos, pero al mismo tiempo, la animadversión de otros, particularmente de quienes defienden al presidente y a su gobierno, o se identifican con el partido Morena, en la mayoría de los casos.
FRENAAA fue ignorado por mucho tiempo, pensando tal vez, tanto el gobierno como los grupos afines, que pronto se cansarían, o que su reclamo no seria bien visto, y en consecuencia no se ganarían la simpatía de la sociedad. ¿Cuál es ese reclamo? Es uno, y tal vez sea por eso. La renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No existe un pliego petitorio, tampoco exigen posiciones, dinero o plazas en el gobierno, o alguna otra cosa de las que normalmente cargan y reclaman, con todo su derecho, los manifestantes inconformes con las políticas que les afectan. Éste, lo que pide es sólo una cosa, pero que implica todo, la renuncia del titular del ejecutivo federal, nada más.
El frente ha recorrido las calles manifestando su inconformidad por el manejo que López le está dando a la administración federal, repiten una y otra vez: “fuera AMLO”. Gilberto Lozano, uno de sus líderes, resalta que además no quieren el comunismo en México, explica que el grupo está formado en su mayoría, por pequeños y medianos empresarios, así como profesionistas, por una buena parte de la clase media pues.
El hecho de que se hayan ido sumando simpatizantes al movimiento, que cada vez adquiere más fuerza, además de coincidir con el propósito, puede ser porque se han visto afectados por la política pública de la actual administración, lo que les ha valido ser descalificados e identificarlos como fifís, pues sus primeras manifestaciones las realizaron en auto, que a decir por sus integrantes, fue por respetar la sana distancia que surge de la recomendación sanitaria por la presencia del Coronavirus.
Pero entonces ¿cuál es el peligro que el movimiento le representa al Presidente de México que ostenta todo el poder? La pregunta surge como una lógica inquietud, porque así lo deja ver, ya que las ocasiones en las que se ha referido a ellos, les ha restado importancia, y últimamente hasta les ordena, como ya está acostumbrado. Se atreve a decirles lo que deben hacer, como que los dirigentes deben permanecer durante las noches en el plantón. Qué cosa más fuera de lugar; es como si en el clásico “las chivas” le piden a su rival el América, que no pongan a Ochoa en la portería; o, como si el tabasqueño pretendiera decirles a los líderes del mundo en el Consejo de la ONU cómo manejar la pandemia del Covid-19 y la recuperación económica en sus respectivos países.
Quiere olvidar el presidente que en su infinidad de marchas y plantones cuando se encontraba en la oposición, no lo hizo así, y que los movimientos, cualquiera que sea; no tiene porqué obedecer lo que él diga, y menos lo hará el que exige que se separe de su cargo. ¿Qué se imaginará para creer que puede dar ordenes a los que van en contra de su proceder?
Pues bien, la movilización, pese a las descalificaciones y la apuesta de que les dan poco tiempo de vida porque garantizan que pronto se enfadarán, han marcado una gran diferencia: no llegaron encapuchados y destruyeron todo a su paso, no rompieron vidrios o pintaron propiedad pública o privada, y mostraron una civilidad pocas veces vista.
Pero no es sólo su comportamiento, pues tuvieron que recurrir a las instancias judiciales para que por medio de un amparo se les permitiera llegar al zócalo capitalino, a diferencia de muchos otras manifestaciones que han llegado con total libertad para hacer y deshacer, dañando propiedad pública y privada, sin aparentemente recibir castigo alguno.
Sin embargo, FRENAAA se las tuvo que ver con un cerco de un número exagerado de policías capitalinos, quienes los encapsularon, notándose un desconcertante contrasentido, porque en el plantón que realizaron en la avenida Juárez, acompañados de muchos uniformados que los vigilaban por lo peligrosos que se veían, de acuerdo a imágenes de la prensa, varias casas de campaña se encontraban vacías, lo que presumía que se trataba tan sólo de un puñado de manifestantes.
La condición es clara, muchos son los interesados en descalificar el movimiento, mientras que desde luego, sus integrantes presentan sus propios argumentos, pero lo que sí es verdad; es que hasta antes de estos actos para la prensa nacional eran unos perfectos desconocidos, a pesar de las anteriores acciones que realizaron y del numero de personas que se les integraron por todo el país.
Consigna o no, pero para una gran parte del gobierno y de la sociedad, el frente fue invisible hasta esta semana, que determinó hacer un plantón permanente en el corazón de la Ciudad de México, hasta que se vaya el mandatario.
Y ¿qué dice López Obrador a esto?, bueno, además de pretender ordenarles lo que deben hacer, ha dejado claro que le teme a ese puñado de inconformes, así lo demuestra la cantidad de elementos de las fuerzas del orden que acudieron a contenerlos.
¿Cómo estará hoy México que los integrantes de FRENAAA celebraron como un gran éxito haber accedido a la plancha del zócalo?, y eso sólo a la mitad, y por contar con una orden judicial, porque de otra manera, parecen no tener garantizados sus derechos fundamentales, peor aún, por quien debería garantizarlos. Antes ignorados, y hoy finalmente reconocidos, sin embargo, parece ser apenas el principio.