Una civilización que niega la muerte,
termina por negar la vida.
Octavio Paz
Los muertos mexicanos por el Covid y por la inseguridad se han convertido en un ejercicio estadístico muy bien clasificado. Es el único orden que se guarda cotidianamente respecto a estos temas. Hospitales, cementerios y crematorios dan cuenta de las cifras de quienes fueron seres humanos con familia e historia.
El ritual funerario es necesario, se trata de la despedida final, solo es cosa de observar la celebración del Día de Muertos. Ritual en el que se tocan la vida y la muerte. Espacio del inconsciente colectivo en el que las historias dan lugar a una recreación de un duelo que en la pandemia no ha podido ser vivido. El funeral que hoy se respira en México no acaba, es un sentimiento de incertidumbre, de no haber podido despedirse del ser querido, saber que murió solo, y sólo recibir una urna con cenizas, las que en algunos casos, de manera macabra se han confundido. Es una ausencia de piel, de voz, de mortaja, de oración.
Haber establecido tres días de duelo nacional por los muertos del SARS-Cov-2 no basta. La lucha está en la trinchera de la vida, en una estrategia para sobrevivir, para superar los problemas detonados por la pandemia: crisis económica, violencia y la crisis sanitaria, además de la neurosis que empieza a expresarse por el confinamiento.
Acercándonos al millón de casos oficiales de contagios y superados los 92 mil muertos, la celebración del día de muertos, el Halloween, las veladas, Janitzio, Mixquic, Metepec, el desfile de las catrinas, la llorona en los canales de Xochimilco, parecen una mascarada que se ríe de los vivos.
La celebración más sincrética de los pueblos originarios se vio reducida al espacio íntimo del hogar y a su ofrenda a los muertos. Era necesario cerrar los panteones pero lo que no cierra son las heridas.
Están los otros muertos, también oficialmente registrados, los 42 mil asesinados, producto de la violencia y el crimen organizado y los 704 feminicidios de enero a la fecha, que hacen del Día de Muertos un réquiem siniestro.
La Hidra Digital
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