¿Qué es lo que preocupa a López Obrador?

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¿Qué es lo que preocupa a López Obrador?

Miércoles, 04 Noviembre 2020 00:14 Escrito por 
Alfredo Albíter González Alfredo Albíter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Cuando termine la euforia que le provocó al presidente Andrés Manuel López Obrador el triunfo de los Dodgers de Los Ángeles, sería bueno que alguien le recordara que fue contratado por 30 millones de mexicanos para gobernar este país.

Las prioridades del mandatario dejan al descubierto lo frágil que puede ser un gobierno sin metas, ni proyectos bien estructurados, porque lanzan hacia el abismo la esperanza de más de 120 millones de personas.

Debería quedar bien claro a estas alturas que López no tenía ninguna intención de impulsar el futuro del país al desarrollo, al bienestar, a rescatar de la pobreza a los millones que se encuentran inmersos desde hace muchos años en ella.

Las bravuconadas que arrogante lanzaba en el sentido de que al llegar al poder él, y sólo él, podía hacer las cosas mejor que los que criticó en su momento se perdieron en alguna parte. Lo que deja de manifiesto que es precisamente en el lado opositor en donde mejor se desempeñaba el hoy presidente. ¿por qué? Es fácil responder esta pregunta: porque estando en esa condición, podía presumir que asumiendo el control del país lo haría mejor que nadie, que levantaría cerros de ser necesario. No obstante, una vez instalado ahí, las cosas fueron completamente distintas.

López Obrador fue un buen opositor, tal vez uno de los mejores que ha habido, ninguno de sus antecesores atinaba salir bien librado de sus gritos y sombrerazos. Les complicó la gobernación, sin verse obligado a entregarle cuentas a nadie, bajo esas circunstancias se apoderó de las causas de cuanto movimiento se encontró a su paso, en las que se le permitió intervenir.

Así, materialmente se proclamó creador de las manifestaciones de cualquier índole. Si había una marcha o bloqueo en contra del gobierno, ahí estaba el tabasqueño. Es por eso que presume que conoce todos los trucos, y desde el inicio de su gobierno lanzó la advertencia que él no se iba a doblegar ante algo similar.

Tal vez sea de las pocas cosas, por desgracia, que sí ha cumplido.

Lo triste, es que la conquista de su muy anhelado sueño, conseguido por gracia de 30 millones de votantes, sigue haciendo lo mismo. López Obrador se encuentra en un letargo eterno de candidato.

Con los sufragios que lo beneficiaron y que presume cada vez que se le antoja, se permite, lo mismo desaparecer fideicomisos, como limosnear a los estados y municipios con las participaciones que por derecho les corresponde.

Sin embargo, lo hecho hasta hoy por López en beneficio de los mexicanos es tan poco, que se puede contar en muy poco tiempo, y si se compara con la cantidad impresionante de fallas que ha cometido, la diferencia es abismal.

López Obrador se la ha pasado pensando en las próximas elecciones; su principal objetivo, para lo cual, impulsa su estrategia que consiste en dividir a los ciudadanos, así como en adueñarse de los órganos independientes.

El presidente no es ni será un estadista, ya que debería estar preocupado por las futuras generaciones, en vez de eso, las ha sentenciado a una muerte lenta. Con sus decisiones, ha privado a toda una generación de la posibilidad de entrar al terreno de la competencia global en mejores condiciones.

México está arrinconado entre la inseguridad, la pandemia, la economía, el desempleo, la pobreza y los inicios de un conflicto social, todo provocado por quien debería ser el eslabón de unidad.

Los gobernadores de la Alianza Federalista, molestos por los “moditos” del presidente, a quienes ni ve ni escucha, porque se niega a hacer el papel de titular del ejecutivo de la República, pero eso sí, los ningunea y se burla de ellos.

La desesperación de los gobernadores es normal, tienen que dar cara a sus gobernados y no tienen con que, por el abuso de la federación en manos de un villano que se agandalla todo el dinero que debe ser en beneficio de todo el pueblo, no sólo para los elegidos.

Recordemos que cuando algunos presidentes Municipales acudieron a Palacio Nacional en busca de respuestas, materialmente les mandó cerrar la puerta en las narices, ¿el pretexto? se trataba de sus adversarios, con ello justificó no atenderlos.

López no es un político, es, en todo caso, un porro que se adueñó de la posición más importante del país, pero no sólo es culpa de él, los que ahora guardan silencio son cómplices de sus torpezas.

Varios analistas financieros señalan que la recuperación económica del país se dará dentro de cuatro o cinco años, condición que no parece tan real, porque si en el primer año lopezobradorista, sin pandemia, hubo un escuálido crecimiento que festejó el de Tabasco como si fuera lo máximo, ahora con pandemia y encierro, se antoja imposible que sea en ese tiempo, más bien, pasarán décadas y eso si es que deja el cargo en 6 años.

Pero nada importa, porque si se trata de seguridad, arropa al impresentable Alfonso Durazo que convenientemente ya se fue, y si son los muertos por COVID-19, tampoco, ya dijo que habrá 3 días de luto, con lo que quiere limpiar su culpa de los más de 90 mil muertos oficiales. Ambos responsables, Durazo y López-Gatell, deberían estar avergonzados y pidiendo disculpas por su catastrófico desempeño, pero faltaría agregar una larga lista de floreros, entre los que debe incluirse a Rocío Nahle, Manuel Bartlett, Arturo Herrera, etcétera.

Los muertos por la inseguridad, por COVID-19, así como la caída en la economía, los miles de negocios que murieron y otros que los seguirán, los millones de desempleados, los enfermos de cáncer, Huachicol, cancelación de proyectos a mano alzada, entre muchas otras cosas, carecen de real importancia. Lo que sí es importante para el presidente, es que ganaron los Dodgers

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Alfredo Albíter González

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