Los campeones del optimismo de muy largo plazo no han tenido reposo en las últimas fechas frente a los pregoneros del corto plazo: si no son advertencias de corte apocalíptico por parte de la comunidad científica mundial, hechos “mucho peores” en el ámbito interno han obligado a multiplicar voces y, por enésima ocasión, a mostrar una sonrisa de pose mientras saltan por los aires.
“Advertencia de los científicos del mundo a la humanidad: un segundo aviso”, se publicó en la revista “BioScience”, misma que se dio a conocer apenas el lunes pasado.
Los 15 mil hombres de ciencia de 184 naciones que figuraron como “abajofirmantes”, estuvieron peor de pesimistas que los impresores bíblicos clandestinos y sus plagas egipcias:
“Hemos desencadenado un evento de extinción masiva, el sexto en aproximadamente 540 millones de años, en el que muchas formas de vida actuales podrían estar aniquiladas o al menos comprometidas de extinción para finales de este siglo”, aseguraron.
¿Las causas? Bueno, aumento poblacional (2 mil millones en 27 años), el calentamiento global, “las crecientes emisiones de carbono por el uso de combustibles fósiles, así como las prácticas agrícolas insostenibles, la deforestación, la reducción de las fuentes de agua dulce, la pérdida de vida marina y el aumento de las zonas oceánicas muertas”.
“La humanidad está recibiendo ahora un segundo aviso, como ilustran estas tendencias alarmantes”, afirmaron.
A la hora de las recomendaciones, 13 en total, los científicos pidieron “hacer más accesibles los métodos anticonceptivos, acompañando una “estimación de un tamaño de población humana sustentable y avalado científicamente a largo plazo, al tiempo que se aúnan esfuerzos de naciones y líderes para apoyar ese objetivo fundamental”.
También, que se promuevan “dietas basadas en vegetales y de la energía renovable” y “eliminar subsidios para combustibles fósiles” y (ojo) reducir la desigualdad de las riquezas, ademas de que “los precios, los impuestos y los sistemas de incentivos deben tener en cuenta los costos reales que los hábitos de consumo imponen a nuestro medio ambiente” (cualquiera pensaría que el camarada Marx susurró a los hombres de ciencia, o cuando menos Keynes).
Sumado a eso, en el ámbito nacional se abrió una cantidad importante de “frentes” que imponen machincuepas esforzadas de un largo y ya tedioso torneo teológico-verbal.
Así, la liberación de los precios de gasolina no es, dicen, el próximo “gasolinazo” y tampoco será inflacionario (el que guste se puede carcajear y/o aterrorizarse con las verduras desestabilizadoras de Agustín Carstens, y luego ir a votar); también, los millones de empleos presumidos (con salarios miserables) no reducen la pobreza y por ello dos millones y medio de menores deben trabajar para apoyar al sustento de sus familias, según cifras recientes sobre nuestro país, el más desigual de entre los miembros de la neoliberal Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en cuanto a ingresos de las familias, y el que tiene la tasa más alta de homicidios, según ese organismo.
(Claro que la OCDE no omitió, como siempre, la narrativa clásica de que “están jodidos, les gusta jalar del gatillo y galardonar a sus verdugos, pero están satisfechos con la vida que llevan”).
Además, con un tambaleante TLC como colofón de ya casi 23 años de ilusiones neoliberales hechas pedazos, el “boom” del sexenio del empleo no ha disminuido la economía informal y, peor, éste se ha potenciado con la actuación del rentismo especulador que, muy “servidor de la patria” y todo pero tampoco paga impuestos, ahora es propuesto mediante uno de sus personajes más emblemáticos (Carlos Slim) para la “Belisario Domínguez”, junto al arquetipo de la heroína moderna, producto de la narco-cultura nacional que sólo asesina pero no discrimina (Kate del Castillo), y otros personajes cuyas hazañas, al lado de éstas figuras, carecen de fama y méritos: Rosario Castellanos, Carlos Pellicer, René Drucker, Guillermo González Camarena (sí, el inventor del televisor a color) y hasta Juan Gabriel.
Total, en todo este drama neoliberal con su “género imposible”, como es la “farsa política” (“cargadas espontáneas” y candidaturas (in) dependientes), sólo ha faltado que se aparezca el protagonista del “Fantasma de la Ópera” (de Gastón Leroux) de nombre “Erik”, quien ocultaba su deformado rostro bajo una máscara pero era un experto ventrílocuo.
Porque igual que ese personaje, los representantes de la clase política y económica han construido sus túneles y laberintos, presentándose no como victimarios, sino como víctimas (incluso de bullying), aunque sus argumentos los han dejado en calidad de “dummies” (muñecos), ventrílocuos de sí mismos, ora tratando de tapar hoyos allá, ora abriéndolos por acá.
Así, lo que vendría es la extinción, sin duda, pero del Cretácico-Paleógeno han quedado muchos sobrevivientes y no sólo militan ya en el viejo partidazo. Otros iguales, partidarios de la desigualdad, los han suplido.