En fechas recientes se encendieron las alarmas entre los partidarios del neoliberalismo por lo que, consideran, es un ataque más a los fundamentos de su doctrina.
Esta vez se puso a las reservas internacionales (194 mil 361 millones de dólares) y los recursos del ahorro para el retiro (4 billones 410 mil millones 263 mil pesos, hasta octubre pasado) en el centro del debate.
¿Por qué no usar una parte para pagar la deuda pública, que está sobre los 12 billones de pesos, o para saldar la deuda de Pemex, que ronda los 2.43 billones de pesos, unos 106 mil 191 millones de dólares?, dicen lo mismo diputados que consejeros de la petrolera.
La respuesta, como era de esperarse, fue desde invocar al “estado de derecho”, pasando por la autonomía del Banco de México y las simples descalificaciones.
“Supuestamente” las reservas internacionales (la política de acumulación de Banxico), constituyen un “blindaje” para sortear turbulencias financieras internacionales. A eso hay que sumar la costosa línea de crédito (más de 61 mil millones de dólares) con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para “presuntamente” reforzar esa coraza, esto quizás por si se les ocurre alguna travesura a los invencibles Rambo o al “Terminator” de Schwarzenegger en calidad de casabolseros.
Ese ha sido el sobado cuento de hadas neoliberal que, como ya vio con el coronavirus, antes con las fraudulentas hipotecas subprime y otras calamidades, simplemente no se sostiene.
Lo probó con suficiencia, por ejemplo, Carlos A. Rozo Bernal, doctor en ciencias económicas, en su obra “Capital Especulativo y Blindaje Financiero en México”, donde concluye que “México está pagando un precio muy alto para jugar las reglas impuestas por la globalización financiera”, y lo prueban en forma reiterada y consistente los hechos y una gran cantidad de estudios.
Es normal que haya resistencias pues las reservas internacionales, a las que por muchos años contribuyó Pemex antes que de la predación neoliberal lo colocara en condición de “chatarra”, sólo han servido para alimentar al instinto más depredador del “Ogro Salvaje”, es decir, a los especuladores financieros.
Con todo y blindajes, con todo y lo que se diga, el problema es que el mercado de dinero es de los menos regulados y es donde más desfalcos a las arcas nacionales se cometen. Por eso los especuladores entran y salen como les viene en gana.
Recurrir al gastado recurso del “estado de derecho” es aferrarse al dogma y negarse a entrar a un debate sobre las consecuencias que ha dejado al país que los chupópteros financieros actúen impunemente, y evitar medidas sobre su posible control.
Además, es sabido que las leyes, tal como supuso Borges, no son evangelios y pueden modificarse para hacer frente a determinados fenómenos, y sin duda el mundillo financiero es uno que amerita una revisión profunda.
Es el mismo caso con los ahorros para el retiro, donde el agandalle es todavía peor pues, además de que los ahorradores son exprimidos con comisiones abiertamente leoninas (protegidas por ese “estado de derecho” invocado), los fondos también son utilizados para la compra de activos de riesgo, es decir, para la especulación, cuando no para que magnates “arriesguen” parte de esos fondos para inversiones privadas, como fue el caso de Carlos Slim y el cancelado NAIM en Texcoco (vil caravana con sombrero ajeno).
De hecho, las Afores financian al sector privado en nuestro país con Un billón 332 mil 530 millones de pesos, por sólo 107 mil 729 millones al sector de energía (cifras del Sistema para el Ahorro del Retiro, SAR)
Entonces, ¿por qué no financiar parte de la deuda de Pemex, de la CFE o el pasivo público nacional con esos fondos y las reservas? ¿O por qué no recurrir a esos recursos en estos momentos de emergencia?
¿Sólo por cánones de fundamentalismos financieros y económicos donde los de siempre, que incluso son “inversionistas” y “especuladores” al mismo tiempo, diseñaron e impulsaron su marco legal a modo para obtener ventajas?
Son justo ese tiempo de agandalles los que deben mover a modificaciones sustanciales. Si lo que no ha funcionado debe ser replanteado, con mayor razón lo que ha perjudicado.