Tiempos inéditos reclaman nuevas maneras de proceder. La crisis provocada por la pandemia de Covid-19 -decretada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020-, ha sacudido a todos los sectores: social, público y privado. De una u otra forma, los procedimientos tradicionales para funcionar se vieron trastocados y se ha hecho necesario imaginar soluciones distintas que “rompen” los moldes anteriores.
La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) no escapa de esa circunstancia. Todas las instituciones de educación superior se encuentran en el proceso de adaptación, tanto en la enseñanza, como en materia administrativa y de trámites escolares, como en sus formas de gobierno.
Con recursos anuales, promedio, por 6 mil 500 millones de pesos, la UAEMéx es una institución sumamente valiosa para la entidad, porque implica dirigir el trabajo y decidir con respecto a la formación de casi 90 mil estudiantes, distribuidos en 10 planteles de la escuela preparatoria, 21 facultades, 11 centros universitarios, seis unidades académicas profesionales, 19 centros de investigación, 17 espacios culturales, tres institutos y una escuela; además de casi 7 mil 900 docentes y 4 mil 500 integrantes del personal administrativo. Habrá que añadir 76 instituciones incorporadas -tanto de bachillerato como de licenciatura- que representan una matrícula superior a 23 mil estudiantes.
Este miércoles, el rector, Alfredo Barrera Baca, abrió el proceso para la elección de quien le suceda en el cargo para el periodo 2021-2025, desde el 14 de mayo próximo. De manera estratégica -y para muchos sorpresiva-, dejó en claro que no pretende mantenerse en su responsabilidad más allá del periodo establecido por la Ley de la Universidad.
Cabe recordar que, desde finales del año pasado, empezaron a circular rumores y comentarios periodísticos en el sentido de que el rector Barrera pretendía ampliar su periodo al frente de la UAEMéx, en virtud de que no había condiciones para llevar a cabo el proceso de elección. Descartó esa posibilidad.
En un extracto del mensaje que dirigió ante el Colegio de Directores -órgano auxiliar del rector para la toma de decisiones en la Universidad-, Barrera Baca precisó: “es mi deber cumplir, por un lado, con el desarrollo del proceso de elección de Rector y, por otro, acatar el mandato que me otorgó el Consejo Universitario para ser su rector por un periodo que termina -y terminará- este 14 de mayo”.
Anteponiendo el interés de preservar la vida y la salud de la comunidad universitaria, el rector pidió el apoyo del Colegio de Directores -que integran las y los directivos de los organismos académicos y las escuelas preparatorias-, para lograr el consenso que permita, en el Consejo Universitario, la aprobación de las bases de la convocatoria para el proceso de elección “de la persona titular de la Rectoría durante el periodo 2021-2025”.
También explicó que no habrá elecciones de directoras/es en los espacios donde se nombraron encargadas/o de despacho (que sumarán ocho para abril próximo), en virtud de que el 30 de septiembre pasado, el Consejo Universitario emitió el decreto para designar consejeros sustitutos en el máximo órgano de gobierno de la universidad. “De ninguna manera, de ninguna manera son representantes a modo, ni impuestos, como pretende hacernos creer un pequeño grupo que ignora nuestra ley y nuestra normatividad, porque simplemente busca satisfacer intereses mezquinos que afectan nuestra autonomía y prestigio”, enfatizó el rector.
Con esta decisión, cambian sustancialmente las formas. Antes, luego del último informe del rector (3 de marzo de cada año), se divulgaba quién- del gabinete universitario- decidía participar en el proceso de elección y durante abril se desarrollaban las comparecencias ante la comunidad para exponer su proyecto de trabajo y concluir el 14 de mayo, cuando el Consejo Universitario votaba para elegir al rector. Era un proceso de 45 días aproximadamente.
Ahora las reglas cambian y todo indica que el doctor Barrera Baca -de manera abierta y directa- toma el control absoluto del proceso, con lo que se pretende reducir las posibilidades de intervención de otros actores, como el Poder Ejecutivo o, en las nuevas circunstancias, grupos políticos como Morena.
Y no es asunto menor lo que ocurra en la universidad, porque sus dimensiones y su presencia en todo el Estado de México, la hace un espacio estratégico para lo que sucede en la entidad, sobre todo de cara a la elección de junio próximo y la renovación de la gubernatura en 2023.
Lo que sí es un hecho es que esta nueva manera -que se desarrollaría de manera mixta: presencial y virtual, a partir del 12 de febrero- establece un escenario inédito en el que podrá haber varios registros- si se permite un proceso realmente genuino- de universitarias y universitarios que deseen dirigir a la Máxima Casa de Estudios Mexiquense… habrá que esperar los detalles de las bases.
Tiempos inéditos, nuevas formas que obligan cambios en la visión.
PERCEPCIÓN
Dentro del gabinete universitario se intensificó el “toque de puertas” para obtener el apoyo político de distintos actores. Ahora será notoria la fragilidad de la lealtad.