La gente mala si supiera el daño que hace cuando arrebata una vida, quizá nunca lo haría.
Este fin de semana mi familia fue sacudida por la pérdida de un integrante; de Pepé Toño como le decíamos de cariño, o Castaña en honor de su papá, el tío Raúl ya finado.
Una bala con una trayectoria mortal le arrebató la vida a un joven de 28 años, con una bebé de 5 meses apenas.
Los que lo mataron ¿ sabrán del inmenso dolor que causaron a su mamá? ¿A su hermana y hermano?
De pequeños los tres -hermanos- mosqueteros corriendo por los puestos del comercio que se instalaba en la calle enfrente de la casa, jugaban con las escobas como caballos, ellos aún tenían camino por andar, charlas y momentos más para vivir.
Su abuelita cuando se acercó al féretro con gran dificultar para caminar le hablaba a su Josesito quien parecía dormido en un profundo sueño.
A todos nos dolió su partida repentina e inesperada pues tenía muchos proyectos, pero la maldad le arrebató la vida.
Esta historia sucede en muchos hogares que sufren un duelo, que viven el coraje, la impotencia y dolor.
La justicia quizá mitigará un poco el dolor, Pero ya nunca será lo mismo.
José Antonio fue sepultado en un adiós emotivo por su mamá y hermana y hermano, por la familia, por la mamá de su bebé, por sus amigas, y amigos.
El era un muchacho alegre, sus amigos lo llevaron a su última morada con música de banda, en un camino de cartas españolas, y pues sí también algo para brindar por su vida, una vida que será recordada por los suyos y que vivirá en la memoria de quienes verdaderamente lo quisieron.
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