La mujer, en general, está dando pasos enormes para adquirir conciencia de su alma, voluntad y comportamiento en un mundo que, hasta hace poco, fue desconocido para ella: el de los hombres. Mientras en la muy lejana antigüedad ellas tuvieron el mando de muchas cosas, éste se fue perdiendo. Muy probablemente la religión la sometió, y se hizo definitivamente dependiente de su marido, las miles que no lo tenían, se quedaron solas y desamparadas sin poder entender que tenían que luchar para ganar un lugar.
Es propio de la sociología del conocimiento, el estudio de cómo se genera el mismo. ¿Cómo es que somos? ¿Por qué somos así? Una teoría es exitosa en la medida en que es utilizada por miembros de distintos ámbitos de la comunidad científica. El paradigma es una teoría exitosa, en la medida en que va abarcando más disciplinas y tiene más apariencia de cientificidad.
Cuando se hace análisis de género, existen dos paradigmas dentro de la organización: el de la teoría clásica, y el de la teoría científica. Entonces, hay que buscar desde la estructura de género, cuál es el ideal de paradigma dentro de estos dos. Esto desde el punto de vista de género. Si se está pensando sólo en hombres, ¿por qué no toman el punto de vista de género?
Por ejemplo, éstos son buenos en la medida en que se acepta a un trabajador –hombre o mujer- con las características suficientes para poder desarrollar el trabajo que está establecido. El problema es que se hace a un lado a la trabajadora mujer, porque se preestablece -paradigma- que es diferente en sus condiciones sociales, educativas y culturales al hombre. Porque el rol que se ha establecido para las mujeres es el de dadoras de vida, criadoras de sus hijos y amas de casa.
Por eso no hay lugar dentro de los paradigmas de la administración. La organización es una modalidad de la administración para la mujer. El paradigma de la administración se puede incorporar la diferencia de género en la administración general.
El que detrás de un modelo ideal de los paradigmas es el hombre, que es el ser humano impersonal entregado a la empresa y desligado a la familia: éste debe ser el máximo exponente de la organización.
¿Por qué no pensamos que todos los programas establecidos para la mujer desde el gobierno y organizaciones no gubernamentales, deben ser entendidos desde la perspectiva de qué les podemos nosotros dar a ellas? ¿Qué es lo que necesitan de nosotros para que ellas establezcan la diferencia en sus vidas?
Esto viene arrastrándose de culturas orientales y occidentales que en este momento están insertas dentro del marco de la globalización. En este momento de vida, en pleno siglo XXI, algunas mujeres en Afganistán estén siendo matadas por no reunir los paradigmas establecidos alrededor de los hombres Talibanes que expresan su furia por querer quedar bien con su Dios. Para muchas culturas, la mujer debe estar en su casa, y es la variable únicamente de reproducción social. El hombre es la variable de la organización económica, de la producción.
La ideología, es decir: esto es científico y lo tomo en cuenta. Pero también podemos decir: esto no es cierto. Proponer y tratar de entender que una nueva verdad que es conocida durante siglos y no mencionada, es que las mujeres no están capacitadas: la ausencia de capacitación es un producto social. Tampoco están educadas sino sólo para hacer su rol de reproductoras sociales. Reproducir la pobreza que existe en el mundo, es grave. Y esto obedece a principios distintos, a distintos productos de culturas locales.
Hay cuestiones que sirven para tratar de entender el lugar en donde estamos parados y con qué técnica estamos investigándolas. La idea es que ésto, como cualquier cosa del conocimiento pueda tener un espacio en nuestras vidas y herramientas para aprender a usarlas.
Esa es la utilidad que le sirve a una organización. Si yo sé que le puede servir más mi trabajo a las mujeres y a la organización que represento y en la que trabajo, mi meta está cumplida. Es cuestión superada. Analizar si las uso, si este trabajo me dota de poder o no. O es simbólico todo.
Pero si yo puedo resolver los problemas por la organización a la que pertenezco y usar el poder que tengo para hacer algo por ellas, la organización sirve y yo también. Entonces, el trabajo valió la pena.
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