¿Cuál es la diferencia entre los candidatos morenistas de hoy a los de 2018?

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¿Cuál es la diferencia entre los candidatos morenistas de hoy a los de 2018?

Miércoles, 02 Junio 2021 00:18 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Nos encontramos a escasos días para que los ciudadanos acudan a las urnas a ejercer su voto universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible. El próximo 6 de junio debería ser un día de fiesta democrático, sin embargo, existe un ambiente que se ha enrarecido derivado de la tensión política y sobre todo, hoy más que nunca, por la violencia e inseguridad.

 

 

Además de que el presidente de México Andrés López Obrador, con descaro ha metido las manos durante todo el proceso electoral, condición que daña la democracia y coloca a su partido Morena en mejor condición que el resto de los institutos políticos.

El titular del ejecutivo, dejando de lado cualquier forma de respeto por la ley electoral y las instituciones, ha hecho uso indiscriminado de los recursos del Estado para impulsar a sus candidatos, en especial, para conservar sea como sea la mayoría en la Cámara de Diputados.

Aunque el propio mandatario lo ha admitido, sigue presumiendo ser un demócrata y respetuoso de la ley, pero eso es únicamente cuando le conviene; últimamente se le ha visto más irritable y amenazante que de costumbre; una de sus características más visibles son la amenaza y el enjuiciamiento mediático que hace desde el atril más importante de la Nación.

No obstante que las encuestas muestran a un López Obrador fuerte en la preferencia del pueblo, no necesariamente quiere decir que en automático esa simpatía que aún retiene se les trasmitirá a los candidatos de su partido político como por arte de magia.

A diferencia de aquel domingo primero de julio de 2018, hoy, a dos años y medio del nuevo gobierno federal las cosas se ven muy diferentes, empezando por los nulos resultados y la ausencia del cumplimiento de los muchos compromisos hechos sin mesura alguna por encima de lo aceptable. Como aquella que sentenció que al día siguiente de llegar al poder se acabaría con la violencia.

Aunque hacer promesas no es nada nuevo, la reacción que tuvo la gente entregándole toda la confianza con la esperanza de un verdadero cambio, cansada de tanta corrupción insultante acudió decidida a manifestarse en su favor; pero al igual que aquel año 2000 con Fox, en que el pueblo le apostó al nuevo personaje que se presentaba diferente, volvió a fallar. Una vez más la desilusión volvió a hacer presa del pueblo engañado.

Parece que los mexicanos no aprendieron nada de la experiencia vivida en el 2000, la misma fórmula la volvieron a repetir en el 2018, aunque a decir verdad, el sentimiento de traición por parte de quienes recibieron su confianza, tiene caducidad y ya lo han demostrado.

 

 

Es por eso que los que hoy ostentan el poder deberían meditarlo, pero han hecho hasta lo imposible por conservar las mieles que les representa y a las que fácilmente se han acostumbrado, por eso no lo dejarán tan fácilmente. Por lo que son los ciudadanos quienes tienen en su poder cambiar de nuevo el rumbo de la historia.

A casi tres años de la impresionante victoria de López Obrador como capitán del barco y su partido Morena, se ha demostrado que la falta de preparación a final de cuentas sí es importante; que ese 90% de honestidad no existe y ni es la solución como para hacer las cosas bien. Han quedado a deber.

El mandatario con el privilegio de tener a la mano toda la información hoy se encuentra molesto y desesperado porque su popularidad no le alcanza a la gran parte de sus candidatos. Tienen que entregar cuentas por su trabajo, pero muchos de ellos están reprobados.

No es, y nunca será lo mismo, prometer que ejercer el trabajo para cumplir con lo que se ofreció; por lo mismo, no son pocos los presidentes municipales y diputados de Morena que se les complica el panorama para su reelección.

Pero de manera muy especial, son los diputados federales a los que les toca resolver su oferta para un electorado cada vez más ávido de respuestas, pues no a todos les causa gracia que sea el propio presidente el que presuma que a sus iniciativas no se les debe quitar una sola coma.

Los candidatos de Morena se encuentran sujetos a la política emprendida por el presidente López, materialmente no tienen forma de alejarse de ella como para ofrecer algo distinto. Continuar con la transformación es la indicación, cualquiera que sea esa transformación.

A los candidatos de Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista principalmente, no se les puede exigir nada diferente a los deseos del mandatario, representan lo mismo, y a los demás no se les puede ver con seriedad, porque se presume que son satélites del primero.

No obstante, en la jornada electoral difícilmente el color marrón arrasará como en el 2018, y aunque López busca conservar la mayoría y no depender de ningún otro partido para impulsar las reformas que quiere; imposible en su condición megalómana verlo convenciendo de ser sus cambios lo que el país necesita. Alejarse del progreso y el futuro no es una buena apuesta porque no se puede aislar al país del resto del mundo.

Entonces, los candidatos morenistas tienen enfrente un gran reto, y ahora sin la proyección benevolente de su líder, todo quedará en sus manos, aunque las cartas de presentación no son lo mejor con lo que cuentan, por lo que han insistido en apoyarse de la popularidad que conserva aún López, y aún ostenta debido a que tiene en su favor las horas que dedica a las mañaneras con las que sustituye el ejercicio de la administración pública, por palabras.

Con eso le alcanza, pero esa condición no la tienen los que compiten por alguna de las candidaturas en disputa, les hace falta esa gran palestra que si tiene el poderoso presidente. En resumen, los candidatos morenistas van solos con sus logros, a unos les será suficiente, pero a otros no, esa será la diferencia.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio