A una semana de que se hayan realizado las elecciones más vastas en nuestro país, salvo algunos casos que se judicializarán por lo apretado de los resultados o por las anomalías durante las votaciones, ya hay resultados. Tanto el Instituto Nacional Electoral como, en este caso el Instituto Electoral del Estado de México, han entregado constancias de mayoría a los ganadores.
Para darnos una idea del tamaño de la elección, el 6 de junio el universo de votantes llegó a la suma de 93 millones 528 mil 473 electores. Sólo acudieron a votar, en cifras cerradas, 48 millones; esto es 52 por ciento. Para ser elecciones intermedias, los expertos dicen que es demasiado, sí, pero tampoco es suficiente para la democracia.
Esto implica que el abstencionismo tuvo un alto porcentaje, 48 por ciento, superior al de 2018.
Es cierto que a la oposición le faltaron argumentos para convencer, pero tampoco el presidente Andrés Manuel López Obrador lo hizo.
De ese universo de votantes, el partido de AMLO obtuvo 16 millones 136 mil votos, 17.2 por ciento, que ha mantenido desde su primera incursión por la presidencia en 2006.
Estas cifras echan por tierra la pretendida popularidad del presidente, expresada en múltiples encuestas que le daban, todavía a días de las elecciones, más de 70 por ciento. Si eso fuera real, debieron haber votado por Morena y sus candidatos algo así como 65 millones de personas, lo que no sucedió.
Ese 17.2 por ciento de votos del total del padrón electoral es la cifra que más se acerca a su popularidad, expresada en términos reales, no imaginarios.
Es cierto, la oposición a AMLO tampoco representó un muro infranqueable, aunque avanzó, sobre todo la expresada a través de la coalición formada por PRI, PAN y PRD, pero no fue suficiente.
Si quieren seguir adelante, deben transitar juntos los tres años que restan en el Congreso federal para devolver a la población certeza en temas como salud, seguridad, educación y combate a la corrupción.
En el Estado de México, parece que el gobernador Alfredo Del Mazo, acuciado por la cercanía del 2023 y obligado por la necesidad de tener un respiro legislativo, autorizó la formalización de la coalición “Va por el Estado de México”, donde confluyeron PRI, PAN y PRD, como en la nacional.
La estrategia le funcionó al mandatario mexiquense porque logró empatar en el Congreso local a Morena y sus aliados y arrebatarle importantes posiciones municipales.
Cifras preliminares aún muestran ese equilibrio, pues mientras que Morena y sus aliados gobernarán a 8 millones 51 mil personas en 30 municipios mexiquenses, sus opositores lo harán sobre 8 millones 43 mil habitantes, en 77 municipios.
Y es que, perdiendo como ya dijimos importantes municipios, Morena y sus aliados mantienen un alto nivel de votación en municipios como Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Tultepec, Tecámac.
En el tema de los perdedores muestra de principio a un PRD muy debilitado, apenas con el número suficiente de votos como para subsistir y dejando atrás sus bastiones políticos de Neza, Tultepec y Valle de Chalco.
¿Qué sigue ahora? El trabajo más importante de todos, que los gobiernos municipales trabajen de verdad por la sociedad y no por sus intereses personales o de grupo. Que dejen atrás la soberbia y que gobiernen, efectivamente, para todos.
En el Congreso local necesariamente tendrá que haber negociaciones con los diputados de Movimiento Ciudadano y del Verde, el grupo que los conquiste habrá conquistado la mayoría, así de simple.
