Con gran entusiasmo se vivieron las elecciones más grandes de la historia, y es que de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), alrededor de 48 millones de personas salieron de sus casas para refrendar sus convicciones políticas y su compromiso con la democracia; de esta manera se alcanzó aproximadamente un 52% de la participación total de la lista nominal nacional, convirtiendo así a la de 2021 en la segunda elección intermedia con mayor votación en la historia de nuestra nación.
Como democracia representativa, en México se celebran elecciones periódicas para elegir a los representantes en todos los ámbitos de gobierno; los comicios son la oportunidad perfecta para que las y los ciudadanos se involucren conjuntamente en la organización y en la toma de decisiones que impactan en la esfera pública. La democracia representativa, a pesar de algunas limitaciones, promete una redistribución efectiva del poder, a través del ejercicio del voto, hacia sectores de la población que buscan ser representados.
Debido a que el pluralismo político implica el derecho de participar en elecciones libres y democráticas, de ser miembros de partidos políticos y de expresar libremente las preferencias sociales, la existencia de diferentes grupos es crucial para garantizar la posibilidad de elegir según nuestras más profundas convicciones e intereses, y de sufragar por quienes protejan y representen al mismo tiempo, procurando, además, que no se ejerzan poderes de monopolio sobre las decisiones de Estado.
Bajo este orden de ideas y en concordancia con el Instituto Nacional de Estudios Políticos, el pluralismo político se basa en el principio de la necesaria coexistencia y rivalidad de partidos o asociaciones políticas, de los intereses organizados y de los medios de información o expresión, en los que se manifiestan diferentes filosofías y corrientes ideológicas, que ponen en práctica diversas ideas, en variadas formas, por lo que representan realidades diferentes que apoyan o rechazan al tipo de gobierno vigente.
De esta forma tanto el pluralismo como la democracia sirven para forjar una sociedad abierta, el primero permite el diálogo entre los grupos para la toma de decisiones y asegura la participación en los asuntos públicos, así como la constitución y el funcionamiento de los múltiples partidos políticos; la democracia, por su parte, implica y promueve la variedad de intereses así como la diversidad de ideas, porque sin lugar a dudas la vida política está basada en la multiplicidad ideológica y la libertad de expresión.
Es en este sentido que el ejercicio de una ciudanía activa, ha permitido consolidar la participación democrática los ciudadanos en la toma y control de las decisiones a través del sufragio.
Tengamos siempre presente que la participación ciudadana es necesaria para complementar todos los intereses y lograr soluciones o alternativas consensuadas, respetando los resultados obtenidos genuinamente mediante el voto, que no es otra cosa más que la expresión de la voluntad del pueblo.
Sea entonces la de 2021 una de muchas jornadas electorales venideras que permitirán dar continuidad a la consolidación de nuestro sistema democrático, mismo que se sustenta y fortalece con el pluralismo político que representa los múltiples intereses de las y los ciudadanos.