Somos espectadores de la injusticia

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Publicado en Opinión

Somos espectadores de la injusticia

Viernes, 30 Julio 2021 00:12 Escrito por 
Noemí Muñoz Noemí Muñoz Ganando espacios

La lucha de las mujeres por sus hijos no acaba. En este país ser madre y mujer es un doble riesgo. Cada mañana, tarde o noche una mujer pierde una hija, hijo, marido, etc.  Muchas han sido las luchas por las que han tenido que atravesar millones de mujeres. Una mujer migrante busca con desesperación a su hijo que atravesó la frontera para tener una vida mejor, no encuentra ningún rastro; sin embargo, ella no cesa su lucha.

Una mujer no se cansa de poner papeles por las calles, intentando encontrar a su hija desaparecida hace años. Cada mañana se levanta y revisa redes, pide apoyo, llama a todos los lugares conocidos.

Otra mujer ya sabe que su hijo está muerto, ahora sólo se conforma con recoger los restos y evadir a los narcos que le lanzan amenazas por hurgar vida en la tierra muerta.

El riesgo por querer justicia es inconmensurable. No hay una consulta para detener a los narcos, secuestradores, policías y militares corruptos. No hay manera de pararlos.

Una madre lo sabe y no le importa. Ella siempre va a luchar por sus hijos, estén donde estén.

 

 

Estas batallas han trascendido a la pantalla grande. La Civil es una película que retrata la vida de una mujer que atrapa a los asesinos de su hija, haciéndose pasar por distintas personas para conseguir ubicación de los secuestradores. Es la historia real de Miriam Rodríguez, quien logró encarcelar a los malos y después ellos escaparon y la mataron.

Podríamos hacer una lista larga de todas las mujeres que han grabado sus nombres por su valentía al defender una causa justa: el esclarecimiento de la muerte de sus hijos.

¿Pero qué más puede hacer una mujer, una madre? Buscar, trepar, engañar, pelear, golpear, tratar y tratar de hacer con sus propias manos un mundo más justo.

Después de que mataron a la hija de Miriam Rodríguez, ella declaró que había días en que quería “morir o matar” y decidió confrontar.

Marisela Escobedo hizo lo mismo. Primero exigió justicia por el feminicidio de su hija Rubí. Después marchó desnuda con la foto de su hija. Finalmente, un hombre la asesinó y el esclarecimiento de este hecho quedó en manos de las “autoridades competentes”.

El hecho es que son muchas las mujeres que han dado la vida por sus hijos y lo único que ha quedado de ellas es una placa conmemorativa y la promesa eterna de resolver su asesinato.

 

 

Se les reconoce en películas y documentales, pero el gobierno no habla de esto, porque cada acción, en contra de los secuestradores o el cártel, hace evidente la ineptitud del sistema policiaco y judicial.

Por lo pronto, sólo se obtienen aplausos, solidaridad y empatía por lo que estas mujeres han vivido, la soledad, la angustia, la tristeza, la rabia y la impotencia. La gran ausente es la justicia que se diluye entre los dedos de madres, padres, amigos, hermanos.

Nos quedamos como espectadores viendo esta problemática pasar una y otra vez. Siempre hay un ejemplo que poner y es muy triste, porque siempre salen impunes los que se roban los sueños de millones de familias.

Noemí Muñoz Cantú

Directora de la Revista Ganando Espacios

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