Las mujeres siempre hemos deseado ocupar curules o dirigir un estado o un país. No es un favor, no es una cuota que se debe cumplir, es un derecho. Sin embargo, ni los números avalan ese poder, ni los partidos que respaldan las candidaturas. En algún punto ser candidata en este siglo se convirtió en el gancho perfecto para lograr adeptos para distintos partidos políticos, por lo cual su participación activa en la boleta fue indispensable.
Sin embargo, las mujeres siempre hemos estado en la política, somos el punto fuerte, las que arman las campañas, las que van de casa en casa hablando con los vecinos para convocar a una reunión con los candidatos. Los números nos respaldan al acudir a un mitin somos mayoría y si se trata de avalar programas sociales, somos nosotras las que llevamos la delantera. Es decir, las mujeres somos la fuerza más grande para cualquier político que lo necesite.
El punto es que queremos más. Necesitamos que la paridad electoral se haga realidad, que sea más que un porcentaje y se convierta en igualdad de opciones políticas para contender por cualquier puesto.
El camino es largo, aún estamos encapsuladas en estereotipos políticos. Con ello me refiero a ciertos tipos de mujeres en la política que pueden lograrlo, por algunas características especiales.
Están las mujeres que por mérito propio logran un puesto, porque fueron desde abajo, volantear, perseguir personas para que acepten escuchar las propuestas, ir de poco en poco hasta lograr llegar.
Las políticas por herencia no necesitan más que esperar que los lazos familiares les abran las puertas, esto no quiere decir que no sean merecedoras, simplemente no es tan difícil llegar o lograr un peldaño en la política.
Hay otras mujeres en las dirigencias que se hacen un nombre debido a la fuerza de sus decisiones y a que se han abierto puertas a empellones porque así les tocó forjar su liderazgo. Recuerdo que siempre admiré a Beatriz Paredes Rangel porque siempre ha tenido una presencia imponente. Fue dirigente del PRI, cuando este todavía significaba mucho para el país, pero también ha sido diputada, gobernadora, embajadora, senadora, presidenta de la Cámara de Diputados, subsecretaria de gobernación, etc.
Su voz siempre se hace escuchar y a nadie le queda duda que ese podium es suyo.
Ahora que ha sufrido un accidente los medios se volcaron para saber de su salud y su partido de inmediato le brindó todo su apoyo, sin duda, sigue siendo uno de los personajes más influyentes de la política.
Nuestro presidente también se hace acompañar de mujeres que demuestren que si trabajo en la política puede cambiar el rumbo como: Olga Sánchez Cordero, María Luisa Albores González, Luisa María Alcalde, Eréndira Sandoval, Rocío Nahle, Alejandra Fraustro, Rosa Icela Rodríguez, Tatiana Clouthier, Delfina Gómez, son nombres que le dieron un cariz de paridad al gabinete presidencial.
Sin embargo, las declaraciones del Presidente sobre el movimiento feminista tachándolo de “conservador” y de tratar de dañar su gobierno nos habla de lo que realmente piensa de las mujeres y su lucha.
Por eso nosotras debemos luchar por conseguir mejores puestos en la política, para dar cara y ser empáticos con el sentir de todas, que no sea sesgado, que no sea de conveniencia y sobre todo que seamos más que una pantalla. Las mujeres nos merecemos paridad ya. Hagamos que nuestros nombres retumben en las boletas.