El presidente Andrés Manuel López Obrador celebrará el miércoles el tercer aniversario de haber asumido la primera magistratura de la nación. Lo hará con los mejores números, pues, literalmente, siete de cada 10 mexicanos aprueban su gobierno.
Esto es muy interesante porque, de mantenerse esta tendencia, 2022 será uno de los mejores años para el tabasqueño, sobre todo porque se supone que en marzo entrará en operación el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, que se construye a toda marcha en Tecámac.
Ya desde ahora preparan una gran fiesta en el zócalo capitalino. Solo de maestros mexiquenses del SNTE piensan llevar a 10 mil para que le aplaudan, eso sin contar con las movilizaciones que preparan por su cuenta los alcaldes morenistas de Ecatepec, Fernando Vilchis Contreras, por ejemplo, y de Nezahualcóyotl, Juan Hugo de la Rosa García.
Todo eso está muy bien, el presidente está en su derecho de sentirse amado y respetado por sus seguidores y ellos, a su vez, tienen todo el derecho del mundo para vitorear a su líder espiritual y político.
Pero hacer una concentración de más de 50 mil personas, como la preparan, en momentos en los que se enseñorea una nueva amenaza viral en el mundo, es más que una temeridad, es, literalmente, un acto suicida.
No en balde países europeos, Estados Unidos y Canadá cerraron sus fronteras a los viajantes procedentes de Sudáfrica y de algunos otros países africanos, donde la variante Ómicron, del virus SARS-CoV-2, está originando no sólo muchos contagios, sino muchos muertos de nuevo.
En México, el Presidente le está apostando a que una gran parte de la población ya se vacunó y seguramente sus asesores le dijeron que ya alcanzamos la inmunidad de rebaño. Pero eso es falso, pues lo estamos viendo en este momento, cuando Austria, por ejemplo, no sólo cerró sus fronteras, sino que recluyó a sus habitantes de nueva cuenta.
Verdaderamente, el presidente Andrés Manuel debería reconsiderar la realización de esa actividad o realizarla, pero sin mayores pretensiones, porque el riesgo que se está corriendo es mucho.
El Presidente debe estar consciente de que el avance que se ha tenido en el tema de la pandemia puede irse al traste con esa gran concentración que pretende. Si los maestros se contagian, contagiarán a los estudiantes. El contagio, según cifras oficiales, con el regreso presencial a clases, ha sido bajo y con estas acciones puede aumentar radicalmente.
Según Mitofsky el Presidente de la República ha tenido altibajos en las mediciones, no ha sido constante y demuestra también que existe fragilidad como con todos.
Oraculus sólo le otorga 62 por ciento contra 72 por ciento que le reconocía en agosto de 2018, 71 por ciento en octubre de 2019 y el mismo 62 por ciento en octubre del año pasado.
Parece que desde su muy personal punto de vista, esas mediciones le dicen que puede hacer, literalmente, lo que le venga en gana, como exponer a miles de maestros a contagiarse con las nuevas mutaciones del Covid-19, que no se ha ido y que está entre nosotros.
Insisto, el presidente debe reconsiderar esa gran concentración humana que pretende realizar en el zócalo capitalino, no porque estemos en contra de sus ideas o de sus proyectos, es una cuestión humanitaria.
Mientras eso sucede, usted no se descuide. No deje de usar el cubrebocas, no acuda a lugares con mucha concentración y no deje de lado las medidas mínimas de prevención sanitaria. De eso depende que tengamos una feliz Navidad.
