“Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado ¿por qué el lujo?”

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Publicado en Opinión

“Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado ¿por qué el lujo?”

Viernes, 11 Febrero 2022 00:45 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Palabras dichas por el presidente de México, Andrés López Obrador, durante una de sus apariciones mañaneras, y que ha tomado relevancia en últimas fechas debido a un reportaje publicado en la plataforma Latinus que dirige Carlos Loret de Mola, con el que exhibe el estilo de vida que lleva su hijo José Ramón López Beltrán.

La incongruencia con la que el presidente presume una vida austera que pretende imponer a los mexicanos, se contradice con las condiciones descubiertas por la investigación que lo ha encolerizado, pues exponen una realidad desconocida para la mayoría de mexicanos. En ésta, se presenta al hijo del presidente rodeado de lujos, con una casa de grandes dimensiones ubicada en Houston, con alberca, sala de cine, además de tener un auto de lujo a su disposición, lo que contraviene el discurso de su progenitor.

Carlos Loret, a través de Latinus, ha sido referente por varias investigaciones realizadas en las que desnudan al inquilino de Palacio Nacional, derribando la supuesta autoridad moral con la que se quiere imponer el tabasqueño por encima de sus adversarios. “No somos iguales” ha repetido hasta el cansancio.

No obstante, el resultado es simple, no existe nada diferente con los que él llama sus adversarios, y esa imagen impoluta con la que desea ser visto ha venido tropezado con la realidad. Esa realidad que tarde o temprano tenía que presentarse con toda su crudeza.

¿Cuál es la explicación?

No la hay, no existe y no la habrá; ni siquiera existe una pequeña esperanza de que haya una defensa con argumentos sólidos de su parte. La respuesta del titular del ejecutivo federal fue la esperada. El presidente salió a denostar, a atacar y a injuriar a Loret, incluso, ha exigido que informe cuánto gana y quien le paga.

Se equivoca de forma grosera López, ni Carlos Loret, ni ninguno de los que le molestan, que no se encuentren dentro de la nómina del gobierno tendría porque contestar, alguien debería informárselo.

Lo peor para el presidente, es que, con lo anterior, ha perdido en gran medida la agenda mediática, y sin eso, se siente perdido. No ha podido imponer, como es su costumbre, lo que se debe y no se debe atender, escribir, o investigar.

La declaración del mandatario en la que ha determinado “pausar” las relaciones de México y España, más bien se puede ver como una reacción desesperada para volver a retomar el control de las cosas.

Lo único que logra con eso, es mostrar su disgusto. Bien sabe que el momento no le favorece y tendrá que encontrar pronto un distractor más atractivo para tratar de ir dejando en el olvido los escándalos exhibidos y que no puede sacudirse.

Pero tendrá que aplicarse a fondo, porque el discurso que le ha valido hasta el día de hoy, se cae a pedazos. Pronto, gran parte de los ciudadanos que aún dudaban en seguir ofreciendo su apoyo incondicional a López empezarán a dudar de su palabra, la semilla ha sido sembrada, y después, tal vez los hechos y las pruebas terminen por convencerlos.

¿Por qué la austeridad y limitaciones para el pueblo, y no para su familia?

El discurso del tabasqueño que ha utilizado a lo largo de más de veinte años, encuentra un enemigo implacable, la realidad, porque su verdad se sostiene de palabras, sólo palabras, utilizadas de manera hábil para convencer al que llama el pueblo bueno y sabio.

Es un verdadero abuso aprovecharse de quienes poco tienen y que la necesidad los hace vender su voluntad a quien pueda acercarles una moneda o un mendrugo de pan. ¿Por qué enseñarles a pescar y prepararlos para hacerse valer por sí mismos? Eso no sirve para los intereses de los gobernantes, menos para el actual.

El presidente se encuentra encolerizado, y es extraño ver a un político de su nivel irse en contra de quien le pone a prueba. Pero con López es distinto, lo ha dejado ver constantemente respecto de su verdadero carácter.

Todo se rompe por lo más delgado. El hijo de López Obrador ha exhibido esa falacia de la existencia de la puerta impenetrable para el acceso a su benevolencia, impedida para aquellos que presumen opulencia, esa que tanto dice le irrita al tabasqueño, pero, en los otros. Esa vida de lujos y extravagancia que tanto criticó la tiene en casa.

Es por eso que se siente molesto, enojado, frustrado. Se cae a pedazos su discurso que enarbolaba en todo lo alto su autoridad moral; con la austeridad, y el combate a la corrupción y la impunidad como escudos.

“No somos iguales”; se escucha ahora como un grito ensordecedor a lo lejos, como pretendiendo recuperar la hegemonía que ejercía sobre sus adversarios. Que no se encuentran en la oposición, sino que se encuentran en el periodismo que hace las veces de contrapeso al poder.

Las apariciones mañaneras que no quiere dejar, le juegan en contra, al no darse la oportunidad de reflexionar, preparar una estrategia y presentarla, para que con argumentos haga la defensa correspondiente. El tiempo se le viene encima y al responder que “al parecer” es su nuera la del dinero, sólo exhibe la improvisación con la que se maneja, pero por otro lado, a pesar de que insista en decir que desconoce muchas cosas, entonces ¿en dónde queda aquello de que el presidente se entera de todo?

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio