Mientras el ocupante de Palacio Nacional celebra victorioso un golpe certero a la mediática rutina de las afrentas políticas, a través de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, y sus fieles seguidores orgullosos confrontan en redes sociales a los opositores del movimiento pseudoizquierdista; los líderes de éstos, identificados con el azul o el tricolor, hacen mutis y sin mayores señales de querer externar alguna crítica objetiva, se esconden detrás de sus curules o dirigencias faltas de liderazgo.
No es motivo de sorpresa que incluso algunos, como la otrora opositora al aeropuerto y exdirigente del Revolucionario Institucional, Alejandra Del Moral, externe ahora su gusto por una obra que “habrá de impulsar el desarrollo de las familias mexiquenses”. El punto parece es, que más vale estar del lado donde el gobernador Alfredo del Mazo maniobres, sobre todo si está en juego la candidatura a la gubernatura que dejará vacante el próximo año.
Lo preocupante en un sistema pluripartidista que gasta millones de recursos del erario público en partidos políticos y procesos electorales, es que haya tan pocos y casi nadie, que funcione como una verdadera oposición al gobierno; que le respalde cuando logra algo, pero que también cuestione todo lo que esta mal. Si fuese Andrés Manuel quien estuviera del otro lado, no escatimaría en esfuerzos por fustigar lo que emergiera del gobierno en turno, bueno o malo. La prueba es que canceló la construcción el aeropuerto de Texcoco.
Hacía tan bien su tarea opositora que eso le llevo al poder después de tantos años en disputa con lo que llama la mafia del poder; ahora, parece que aquellos que constantemente han sido señalados públicamente por el mandatario, prefieren silenciarse y esperar a la próxima campaña para resurgir y traer consigo todos los argumentos que desacrediten al presidente, que hoy, los ha silenciado al concretarse el primer día de vuelos, porque lo que estaba en disputa era si se terminaría la obra, y eso si lo consiguió: mal, con deficiencias, con características dignas de un mercado, pero al fin consiguió esos vuelos, ganado este volado.
Lo demás será motivo de discusión en otro momento, ya que el tiempo determinará la relevancia y capacidad de esta obra, pero por ahora López Obrador, aunque con un exasperante triunfalismo, ha ganado una batalla a los “gigantes” dormidos. Y bueno, Todo aquello que represente un signo de desarrollo para nuestro país debe ser motivo de alegría, sobre todo cuando hay mucho que aún falta por mejorar.
