Ya hace muchos años se ha descubierto que hay una relación importantísima entre el cerebro y nuestro intestino. De hecho, ya se dice que el intestino es el segundo cerebro.
Nuestro intestino tiene "su cerebro", se llama Sistema Nervioso Entérico y es una división del sistema nervioso que se encarga de controlar directamente el sistema digestivo. Se encuentra en las capas de tejido que revisten el esófago, el estómago, el intestino delgado y el Colon. En la actualidad muchos científicos siguen estudiando la relación que tiene este cerebro intestinal con nuestro estado de ánimo y nuestro comportamiento.
EL PAPEL DE LA MICROBIOTA
La microbiota es el conjunto de millones de bacterias que viven en nuestro estómago e intestinos. Estas bacterias son necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo (ayudan a digerir los alimentos, eliminan compuestos tóxicos y evitan la proliferación de bacterias peligrosas), pero también pueden tener repercusión sobre nuestro estado de ánimo.
Es bien sabido que nuestro estado de ánimo afecta a nuestro tracto digestivo, pero es igualmente cierto que la misma reacción se da al revés; nuestro sistema digestivo afecta a nuestro estado anímico.
Si nos remitimos al sistema nervioso, cualquier enfermedad de cualquier etimología, siempre está ligada a una pérdida de energía, también la depresión y la ansiedad. Cuando el organismo pierde energía, ya no tenemos un problema nervioso, lo que tenemos es un problema metabólico. El metabolismo es la transformación de los nutrientes en energía. Así que si cualquier enfermedad comienza por una caída energética, eso significa que tenemos que estudiar el metabolismo para poder restablecer el equilibrio de la persona y poder vencer esa fatiga.
Entonces ¿qué pasa? Si yo me siento deprimido y voy con un neurólogo o psiquiatra, pocos de ellos entienden el metabolismo, no creo que te puedan ayudar mucho, quizá te podrán dar un tranquilizante para que sientas menos ese dolor depresivo. Pero no te lo va a curar, porque se centran en el síntoma, pero no van al origen del problema.
Hace ya muchos años que estamos viendo que hay una relación directa de las patologías digestivas con la depresión y la ansiedad.
"No existe enfermo con buena digestión, ni persona que esté sana que tenga mala digestión".
Seguir patrones de dietas tradicionales como la mediterránea, aumentar el consumo de frutas y verduras, incluir Omega 3 y limitar el consumo de alimentos procesados, comida rápida y azúcares es una buena opción para empezar a cuidarte.
Cambiar nuestra alimentación es clave para tratar cualquier patología.
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