Para cuando conquistó democráticamente la presidencia de México, Andrés López Obrador, uno de sus hijos, el mayor, que en este momento es el más famoso, José Ramón López Beltrán, en una entrevista que le hizo la cadena Excélsior Televisión, dijo que no sabía a qué iba a dedicarse en los seis años de la administración de su padre. “No, no, no, yo no voy a trabajar en el Gobierno los seis años que va a estar él. Yo voy a dedicarme a otra cosa, todavía no sé a qué, pero bueno, ya el tiempo lo decidirá”, declaró.
La respuesta fue fresca y espontánea, que, de acuerdo a los tiempos que hoy vive José Ramón, se escuchó más auténtica que la respuesta que ofreció por el escándalo en el que se vio involucrado, porque se dio sin preparación respecto a qué decir, y con la aparente inocencia de quien no conoce aún las mieles del poder. ¡Claro! En ese momento no sabía cómo cambiaría su existencia.
Fue hasta que apareció una investigación en el portal de noticias Latinus, dirigido por el periodista Carlos Loret de Mola, cuando saltó, materialmente, a la fama, al descubrirse que disfrutaba de una vida llena de lujos, la cual no coincidía con lo que pregonaba todos los días su progenitor. La austeridad republicana, descubrió entonces que solo se encuentra reservada para el pueblo, y no necesariamente para la familia en el poder.
Desde ese momento, Loret de Mola pasó a ser la presa del más puro y recalcitrante enojo del que es capaz sentir el mandatario, ninguna noticia, publicación, columna o investigación, habrían calado tan profundo como la que se refirió a José Ramón, ya que, para entonces, el tabasqueño parecía viajar en caballo de hacienda rumbo a la conquista de todo el poder, presumiendo que sus alas jamás serían machadas. Montado en una austeridad más que convincente para la mayoría de mexicanos.
Como dueño absoluto del micrófono, del que incluso abusa para promover sus libros, el presidente, todos los días se dedica a distraer la atención respecto de los temas realmente importantes, y que se hacen a un lado para dar paso a los que impone desde su tribuna a propósito de su monólogo. Nada lo había desbalanceado tanto, como haber perdido por semanas la agenda diaria a causa de la investigación de “Latinus”. El atrevimiento de Loret y de Mexicanos contra la Corrupción no podía dejarlo pasar; emprendió un ataque demencial en contra del famoso periodista, principalmente, al grado de que es al día de hoy, Loret de Mola, su principal y parece que único adversario.
La vida de José Ramón dio un vuelco, fueron cambios radicales; son varios los periodistas que presumen que hasta antes de que su padre ocupara la presidencia era como la de cualquier clasemediero aspiracionista. Pero al día de hoy, ya no puede ser de la misma forma, porque su vida anterior quedó atrás, muy atrás. Para su fortuna, hoy es de opulencia; una forma de vida que su progenitor podría identificar como la de un “fifi”, en cualquiera otro que no sea su hijo.
José Ramón López Beltrán, no sabía a qué iba a dedicarse en el 2018, cuando su padre asumiría la titularidad del ejecutivo federal. Poco después, ya no sería el mismo, nunca más. De pronto, se convirtió en un abogado exitoso habitando con su esposa Carolyn Adams, una casa de lujo en Houston, Texas, Estados Unidos. ¿De dónde surgen las novedosas circunstancias que le dan repentinamente un gran giro a su entorno?
La explicación, respecto de la “casa gris” como se le conoce a la mansión que habitaba con su esposa, y que, por cierto, llegó demasiado tarde de su parte, hizo pensar que fue porque estaban acomodando las cosas para ser lo más convincente posible. La empresa privada KEI Partners en Houston había contratado como asesor legal de desarrollo y construcción a José Ramón López Beltrán, de esa relación laboral, es como habría logrado su fortuna, y, por consiguiente, merecía vivir de la forma como hoy lo hace.
Es derecho de cada quien dedicarse al trabajo que mejor le parezca, y que sea el conducto, de acuerdo a sus capacidades, aún en el extranjero, y ganando en dólares, para lograrlo, no tendría por qué ser cuestionable, como para dudar de ese derecho conquistado por esfuerzo propio.
Pero no es tanto que el hijo del presidente se dedique a lo que quiera y tenga la capacidad para solventar un trabajo tan importante. El problema, es que López Obrador abandera la austeridad como forma de vida, y que pretende imponer a los ciudadanos de la nación azteca, pero ésta, no se cumple con los suyos, y menos con los miembros de su familia. ¿Por qué habrían de seguirla sin queja alguna los ciudadanos del pueblo bueno y sabio, renunciando a conseguir una vida parecida a la que exitosamente consiguió José Ramón?
Las explicaciones que se ofrecen se separan a tal grado de la realidad, que dejan un abismo en el medio. Quien estudió con grandes esfuerzos una carrera puede dar cuenta de lo difícil que es conseguir un trabajo, y que sea bien remunerado. Las grandes empresas no contratan a cualquiera, y KEI Partners pequeña, no es. Por lo que la duda es una lógica constante, aceptar la idea de la contratación como abogado para quien de pronto decidió ejercer su profesión, sin experiencia alguna, de acuerdo a sus palabras, “…voy a dedicarme a otra cosa, todavía no sé a qué, pero bueno, ya el tiempo lo decidirá” no aclara el panorama.
¿Se imaginan a José Ramón llamando a la puerta de KEI Partners con su currículum bajo el brazo para pedir trabajo? Porque eso es lo que quieren ofrecer como verdad, ¿sería contratado José Ramón en caso de no ser hijo del presidente de México? ¿En dónde soporta esa capacidad que ni él mismo conocía para hacerse cargo de los asuntos legales de una empresa tan importante, sobre todo, en Estados Unidos, en donde son tan exigentes para quien pretende ejercer como abogado? ¿puede imaginarse siquiera a José Ramón enfrentando a un abogado de la calidad de Camille Vásquez, abogada de Johnny Depp?
Ahora bien, para el ejercicio de la profesión, se requiere de estudio diario y constante para no perderse en las modificaciones continuas, nuevas leyes, reglas y reglamentos. Es inaudito que de pronto, un día, José Ramón se levantó con la idea de ejercer la carrera de abogado en un país del primer mundo.
Pero, además, sus actividades no coinciden con las de un hombre dedicado de lleno a su profesión, cualquiera que tenga una responsabilidad de esa magnitud puede testificarlo. Pero el personaje en cuestión se da su tiempo para publicar “memes” en las redes sociales, provocar y pelearse con medio mundo. ¿en qué momento trabaja?
La idea del ser súper dotado que pretende vender como imagen el gobierno federal respecto de tan prominente abogado, obliga a la reflexión. Las Barras y Colegios de abogados en México pueden pronunciarse en razón de lo complicado del ejercicio de la abogacía ¿cómo creer, sin la menor duda, que un principiante saltó a la fama inesperadamente, sin la ayuda de la imagen de su padre, el presidente? ¿de verdad debemos de aceptarlo sin cuestionar? ¿Debemos entender que las habilidades, conocimientos y destreza de López Beltrán son tan excelsas, por encima de muchos abogados estadounidenses?
¿En serio?