Sistema de Comando de Incidentes

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Publicado en Opinión

Sistema de Comando de Incidentes

Lunes, 18 Julio 2022 04:48 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

Cuando ocurre una emergencia y se solicita la movilización de los cuerpos de apoyo especializados –bomberos, paramédicos, rescatistas, técnicos en gestión de riesgos, policías, militares y marinos–, los elementos salen de sus bases siempre con la incertidumbre de enfrentar lo desconocido; esa sensación poderosa y emocionante provocada por la adrenalina, que agudiza los sentidos y las potencialidades humanas de quienes no saben a qué dificultades se van a enfrentar, de qué magnitud, complejidad y dimensiones será la emergencia, pero, a pesar de ello, colocan desde el inicio en sus mentes el principal objetivo de su actuación: Ayudar.

Aunque desde el despacho de unidades se conoce qué tipo de emergencia se va atender (incendio, explosión, fuga, accidente, inundación, terremoto, derrumbe, etc.), siempre existe un amplio margen de posibilidades y circunstancias que hacen que ninguna emergencia sea igual a otra. En tal sentido, la experiencia de cada servicio atendido es siempre diferente y sus enseñanzas también. No obstante, aunque los incidentes sean variados, de consecuencias indefinidas y pronóstico reservado, existen normas, procesos y procedimientos que deben observarse puntualmente para garantizar mejores resultados en cada misión de ayuda.

Uno de estos protocolos de atención es el Sistema de Comando de Incidentes (SCI), cuya metodología para la atención de emergencias y desastres fue desarrollada en Estados Unidos al final de la década de los setenta del siglo pasado, con base en la amplia experiencia de los combatientes de incendios forestales, y que consiste en definir un liderazgo y toma de decisiones institucional basado en un ciclo continuo de planificación, organización, capacitación, equipamiento, ejercitación, evaluación y acciones correctivas que, si se sigue con disciplina y orden, permite la administración adecuada de una emergencia.

Con el patrocinio y fomento de la Oficina de los Estados Unidos de Asistencia para Desastres en el Exterior para Latino América y el Caribe (OFDA/LAC por sus siglas en inglés) y de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el SCI se ha venido implementado en América Latina desde 2002 con la finalidad de ofrecer una mejor y profesional respuesta a cualquier tipo de incidente que ponga en riesgo las vidas, los bienes y el entorno en cualquier localidad.

El SCI, de acuerdo con su Manual de Campo, actualizado en 2018, difundido por la Coordinación Nacional de Protección Civil de México[1], indica que es “la combinación de instalaciones, equipamiento, personal, procedimientos, protocolos y comunicaciones, operando en una estructura organizacional común”, es decir la suma de esfuerzos, organizados conforme a sus capacidades operativas y facultades legales para la adecuada administración, control y liquidación de una situación de emergencia. Su implementación se basa en 6 categorías o fases que representan la columna vertebral del manejo de un incidente, las cuales interactúan a través del desarrollo de 14 Principios que se van desplegando de manera secuencial conforme a la evolución del evento adverso.

Ya en el campo de la acción, las unidades de apoyo que arriban a la escena, asumen de inmediato una terminología común, es decir existe una Estandarización de conceptos y prioridades que los comandantes, oficiales y operarios conocen per se y que la experiencia les ha proporcionado. Bajo esta premisa, el responsable de mayor jerarquía en el campo, entre las corporaciones presentes, asume el Mando de las operaciones y se convierte en el Comandante del Incidente. De inmediato éste identifica un espacio físico aledaño al lugar en donde se realizarán las intervenciones (Zona Caliente). A este lugar se le denomina Puesto de Comando, el cual se convierte en el sitio en donde se toman las decisiones para la administración de la emergencia (Zona Fría). El espacio definido –generalmente al inicio se coloca una carpa– debe tener una ubicación segura, accesible, con posibilidad de expansión y fácil circulación; además de tener visibilidad, acceso a la energía eléctrica y comunicaciones.

Al mismo tiempo se hace una evaluación y análisis diferencial de la situación de emergencia, se establece un perímetro de seguridad –siempre se debe acordonar y vigilar–, conforme al tipo de incidente, el tamaño del área afectada, la topografía y condiciones de movilidad en la zona. Enseguida se establecen los objetivos de la misión, estos deben ser específicos, observables y alcanzables, expresados a través de aquello que se quiere alcanzar con la implementación del operativo, cuya finalidad es recuperar el orden o estado previo a la irrupción del incidente.

Con el uso de mapas, geolocalización digital, flujogramas, e información previa disponible, el Comandante del Incidente y su Staff desarrollan las estrategias (qué se va hacer), tácticas (cómo y con qué) y tareas específicas a desarrollar, las cuales se plasman en el Plan de Acción del Incidente (PAI), en el cual también se plantean las necesidades de recursos e instalaciones para poder desplegar las operaciones y organizar su secuencia, bajo una estructura organizacional por módulos, que permita alcanzar objetivos cortos y concretos, conforme a la especialidad de cada Equipo de Intervención –un rescate en espacio confinado, por ejemplo– o para alcanzar una necesidad operativa particular asignada a una Fuerza de Tarea –la evacuación de la población cercana a una zona de posible explosión–.

Finalmente, para ejecutar y dar continuidad a las operaciones se necesita una Logística que facilite la incorporación de recursos y servicios que solventen las necesidades en campo; así como un responsable de Administración y Finanzas encargado de la adquisición de insumos y garantizar financieramente la continuidad de las operaciones y la atención de la emergencia se sostenga el tiempo necesario (si esta se prolonga en días, semanas, e incluso meses). La Seguridad del personal operativo, su protección y la evaluación de situaciones de riesgo inherentes a cada intervención; así como el manejo de la Información Pública que se genera con respecto de la emergencia y sus implicaciones políticas, económicas y sociales requieren también de una atención especializada.

Como puede apreciarse, el SCI es toda una metodología para la administración de emergencias. Hoy, en México, la mayoría de nuestras corporaciones conocen este sistema y la Coordinación Nacional de Protección Civil tiene disponible, de manera gratuita, los materiales de referencia para su implementación[2]. Sin embargo, además de su complejidad y nivel de especialización, la principal limitante para su plena aplicación en las operaciones ordinarias es la falta de comunicación y coordinación entre instituciones; la falta de homologación de información y procedimientos; así como la falta de inversión en recursos humanos, materiales y equipamiento de siempre… Pero esa es otra historia. En tanto, que su semana sea de éxito. Recuerde que el espacio más seguro lo hace usted mismo. ¡Feliz inicio de semana!

 Hugo Antonio Espinosa

Fue Director del Heroico Cuerpo de Bomberos de Toluca,

Subdirector de Protección Civil e Inspección en la SCT Federal.

Actualmente es Subdirector de Emergencias en el Valle de Toluca, en la Coordinación General de Protección Civil, EDOMEX

 

[1] http://www.preparados.gob.mx/documentos/MANUAL%20DE%20CAMPO%20SCI%202019.pdf

[2] https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/228836/Curso_Basico_SCI_material_de_referencia.pdf

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