Desde siempre, el presidente Andrés López Obrador ha presumido que es un hombre con tendencia ideológica de izquierda, cuando la realidad descubre otra cosa muy distinta. Sus declaraciones y decisiones lo evidencian. La clara inclinación hacia gobiernos autoritarios como el cubano, el venezolano o, el nicaragüense, pueden confirmar que lo que antepone como base de sus principios, su ideología sólo existe en sus dichos, no en sus acciones.
La visita a México de Gabriel Boric, presidente de Chile, marca una gran diferencia entre una visión y otra. El presidente chileno no únicamente le remendó la plana a la egolatría del presidente mexicano, que se siente que es algo así como la reencarnación de Simón Bolívar y que es reconocido como el hermano mayor de toda Latinoamérica.
No es así. El presidente de Chile le dejó bien claro cuál es su postura y su visión para su país, en especial, la que tiene para el futuro. Gabriel Boric, es un joven con ideas bien definidas, marca su raya frente al populismo que se ha adueñado de varios países en América, y sin contemplación alguna, lanza su sentir.
De esta forma, se puede entender que el discurso que ofrecieron ambos mandatarios se alejan a kilómetros uno de otro. Por un lado, el lento, aburrido, aletargado y cansado que ofreció López Obrador, contrastó con el de Boric, quien, al tomar su turno, no la dejó pasar, y señaló con decisión, sin descuidar las formas, que con lo que dijo el tabasqueño podría escribirse una tesis.
Tal vez el tabasqueño no entendió o no quiso darle la importancia al comentario, pero lo que quedó claro, es que México, por su historia, por su presencia en el ámbito internacional, que, se quiera o no, conquistó hace tiempo, no podía pasar de desapercibida la cara y expresión de Boric, que parecían obligarlo a preguntarse ¿por qué este país tiene este presidente?
El ego de López no ha dejado de manifestarse en todo momento, se ve a sí mismo como alguien que brilla con luz propia, permanente e intensa. Eso lo hace alejarse de una realidad global que lo aísla y desgraciadamente aísla al país del engranaje que pertenece a un todo, del que no se puede huir.
Ante el senado
Ante los senadores, el presidente chileno no se guardó nada, y criticó el silencio ante los presos políticos en Nicaragua. “No podemos mirar para el lado ante la crisis que está viviendo Haití, no podemos mirar para el lado ante los presos políticos en Nicaragua” señaló determinante.
Por otro lado, también calificó de “brutal” que en México asesinen a 11 mujeres al día. “11 mujeres todos los días asesinadas acá en México, brutal. No naturalicemos estas violencias, tenemos que combatirlas en conjunto”, señaló el chileno.
Originalmente Boric tenía contemplado participar en la reunión de la Alianza del Pacífico, sin embargo, el presidente peruano, Pedro Castillo, al no tener la autorización del Congreso de su país para realizar el viaje, el evento tuvo que postergarse. Por lo que el mandatario chileno se reunió con López Obrador para reforzar la cooperación que mantienen las dos naciones en la Alianza del Pacífico.
Aunque, a decir verdad, la riqueza que ofreció Boric en México, fue exponer sin tapujos su visión, su punto de vista, la percepción que tiene de la política exterior con la que los chilenos enfrentan los nuevos retos ante el mundo, criticando con gran agudeza lo que sucede en Nicaragua, con los presos políticos; cosa que nunca se le escuchará a López Obrador condenar, porque su cercanía con Daniel Ortega lo coloca en el lado de la historia que quiere estar.
La defensa de los Derechos Humanos es imperativo. En cualquier parte en los que se vean vulnerados, deben ser condenables, siempre. Para personalidades como Boric, eso es de lo más elemental, haciendo un llamado a los demás países para que no se normalicen las violaciones de los Derechos Humanos, de la violencia.
La tibieza en este sentido de López Obrador queda de manifiesto, no hace condena alguna, todo lo contrario, defiende a los señalados por esas violaciones.
Al responder a las preguntas en su mañanera, respecto de lo dicho por Boric en el Senado, contestó que respeta las declaraciones del mandatario de Chile. “Nosotros respetamos mucho al presidente Boric, como respetamos a todos los presidentes, más en su caso, que viene de un movimiento de izquierda, y desde luego que es completamente libre de manifestarse, para expresarse”, señaló López.
Pero de los presos políticos en Nicaragua sigue sin decir nada, de las violaciones a los derechos humanos que todos los días se cometen en Cuba o Venezuela, tampoco dirá nada, ¿por qué? ¿Cuál es su parecer? ¿Acaso existe algo que no quiere compartir con los demás?
México no se puede seguir perdiendo en el anonimato tan solo porque el presidente está negado a participar en el ámbito global, y puede ser porque, al no sentir que tiene el control en un ambiente diferente al que acostumbra, no se siente cómodo, en cambio, es renuente a enfrentar la realidad que se vive fuera de nuestras fronteras. Para muchos, puede ser que el mexicano sea considerado el mejor presidente del mundo, pero no lo es, no es ni siquiera de medio pelo.
Boric, es un presidente de izquierda, pero sus ideas, su comportamiento y su manera de observar los retos para su país con el resto del mundo, lo hacen ver muy distinto frente a López Obrador, tanto, que las comparaciones no tendrían por dónde empezar.
Terminó el presidente de Chile agradeciendo la invitación del Senado mexicano para poder participar de una Sesión Solemne. “Desde Chile queremos trabajar en conjunto en los desafíos futuros con fuerza Latinoamericana, abrazando nuestra historia de cooperación social, económica, cultural y de defensa de los Derechos Humanos”. Sí, “gran diferencia”.