En las últimas publicaciones he escrito sobre el bullying y el mobbing o acoso laboral. El día de ayer, me encontré un video en Facebook que me gustó para compartir, así que, si usted me lo permite, transcribiré el monólogo de un padre:
“Me acaba de llamar el director de la escuela de mi hijo, estaba esperando yo esta llamada desde hace como dos o tres días porque desde hace dos o tres días me enteré que un peladito con la mamá delegada y la falta de respeto, está jodiendo al hijo mío, así que yo me di cuenta y le dije ven acá: ¿qué es lo que está pasando?. “No pues éste pelado me molesta, no me deja jugar, siempre me está interrumpiendo, le está hablando de mí a todos los demás compañeros.” Mi hijo, bien educado, bien portado, está en la clase de honor, está en clases avanzadas pero eso es lo de menos, eso no interesa, el caso es qué: si va a venir un bolsón a hacerle bullying al hijo mío, esto es lo que yo le dije a Kevin: ¿ya le dijiste a la profesora?, “sí, ya le dije, hablo con el pelado y el pelado negó todo, el pelado es un santo”, ¿te lo volvió a hacer?, “sí, si lo volvió a hacer: ¿ya fuiste a la oficina del director? “sí y llamaron al pelado y lo negó.” o sea, ¿el pelado es un santo y tú eres el mentiroso?, ya tú fuiste con la profesora, ya tú fuiste a la oficina, yo no voy a pelear tus batallas, yo no voy a ir hablar con ninguno, tú eres el que tiene que enfrentarse con el pelado ese, así que le vas a decir: “¿sabes qué? ven acá, a mí no me gusta lo que tú estás haciendo.” y si se hacen de palabras y si sigue con las faltas de respeto, suénatelo, le metes una trompada en la cara; si me llaman, si te suspenden, me vale, con gusto voy a recogerte, con gusto te quedas en la casa dos tres días si te suspenden.
Jamás le ha pasado esto a mi hijo pero yo no voy a dejar que un bolsón le haga bullying, de ninguna manera yo voy a ir hablar con el peladito, no es mi lugar, mi hijo tiene que aprender a pelear las batallas, si pasa a mayores me meto, pero si tengo que decir y respaldar a que no se deje hacer bullying por los pelados, ¡lo haré!. Viernes, faltan veinte para las dos, me acaba de llamar el director de la escuela, pasó lo que tenía que pasar y le dije al director: “sí, yo le dije que le pegara pues se quejó con usted y la profesora y nadie hizo nada, entonces mi hijo se las tuvo que arreglar sólo, sin ustedes, así que le pegó para ponerle un alto bien hecho.” Voy por mi hijo y con gusto, con gusto, bien hecho que le haya pegado, jamás le había dado una trompada a nadie, jamás, está en octavo y jamás había tenido ningún problema, jamás ha tenido que ir a la dirección o la atención especial, pero hasta aquí y le dije: “pégale” y le pegó, bien hecho, ahorita voy por él, me vale que si lo suspenden, me vale, le pegó y no se vuelve a meter con mi hijo, para que respeten y no jodan.
La situación anterior es algo que sucede de manera recurrente y muchos adultos que tienen conocimiento de ello lo pasan por alto, obligando a hacer justicia por propia mano, ignorando los motivos que tiene el agresor para hacerlo y dejando también de lado el daño que le pueden causar a la víctima.
¿Y por qué no decirlo? La obligación de cuidarnos es de todos.
¡Los abrazo de corazón!