Hace algunos años, durante la gestión presidencial del estadounidense, Jimmy Carter, se acuñó un término: “Campaña permanente” que refiere a la continuidad de las estrategias y acciones de comunicación de un gobierno, a fin de mantener la aprobación de la ciudadanía y con ello, eventualmente, crear condiciones para mantener el poder.
En 1976, Patrick Caddell (1950-2019), experto en opinión pública que colaboraba con el presidente Carter, emitió un memorando titulado “Initial Working Paper on Political Strategy” (Documento de trabajo inicial sobre estrategia política) en el que planteó que gobernar con un alto índice de aprobación requiere de una campaña permanente.
En 1980, Sidney Blumenthal planteó la teoría en su libro «The permanent campaign» (1980), donde advertía que –en el caso de Estados Unidos- los partidos políticos veían disminuido su poder, aparejado al auge de los “nuevos” medios de comunicación y la sofisticación de los sondeos para medir la aprobación de las gestiones gubernamentales.
Ahí surgió la obsesión por comunicar permanentemente desde los gobiernos –como expresión política de los partidos-, trascendiendo las campañas electorales en busca del voto.
En el caso de México, durante la gestión del presidente Carlos Salinas de Gortari (periodo 1988-1994), se introdujeron estrategias, planes y acciones de comunicación utilizadas en Estados Unidos e iniciaron las mediciones sistemáticas internas de aprobación o popularidad del gobierno y del propio presidente, de manera que esos resultados -en buena medida- guiaban el trabajo de la administración.
El objetivo de medir las expectativas e inquietudes de la gente es, a partir de ello, generar las estrategias políticas y de comunicación que permitan atenderlas satisfactoriamente (o generar la percepción de que se atienden), además de construir una narrativa favorable, aprovechando la ventaja que significa detentar el poder y contar con los recursos para fijar temas y contenidos en la agenda pública y mediática. Ello, incluso, puede reducir el desgaste que significa ejercer el poder.
La “campaña permanente” implica tener iniciativa, aprovechar la mayor capacidad de convocatoria y la autoridad que se ostenta, utilizando estratégicamente los recursos disponibles para comunicar permanentemente y mantener la aprobación “cotidiana” de la población, para concluir la gestión con un ánimo social que contribuya a seguir ejerciendo el poder. En el caso de Estados Unidos donde la reelección es posible en todos los cargos de elección popular, la campaña permanente es fundamental.
La ejecución de la campaña permanente requiere una visión holística de la gestión gubernamental, de manera que el principio fundamental de que “todo comunica” requiere que se cuide no solamente lo que hace un área de comunicación, sino –en una visión integral- todo lo que hace el gobierno, a fin de contribuir a la aprobación de la ciudadanía e impulsar la continuidad del partido en el gobierno.
Por ello, como me dijo un político experimentado hace unos años: “la responsabilidad de una elección es de quien deja el cargo y no de quien quiere llegar”.
A esa dinámica se suma lo que Drew Westen planteó en la obra “The Political Brain”, a partir del análisis de las emociones en las decisiones de un país, y que concluyó tres puntos sustanciales: primero, la razón y racionalidad juegan un papel limitado en las decisiones políticas; segundo, el uso de palabras e imágenes desencadenan cascadas emocionales, y tres, hay un sesgo de confirmación a partir de las opiniones que se forman.
El sesgo de confirmación significa, por ejemplo, que cuando nos hemos formado una opinión de un tema (positiva o negativa) aceptaremos la información que va de acuerdo con esa opinión y rechazaremos aquella que la contradiga, y en el ámbito político se ha demostrado que las emociones influyen más que la racionalidad al formar una opinión y tomar una decisión, como podría ser el voto.
De esa forma, la jornada electoral del próximo 4 de junio será la síntesis de las opiniones que se ha formado la ciudadanía mexiquense en los últimos años y a partir de ello decidirá: continuidad o cambio.
PERCEPCIÓN
En periodo electoral la soberbia está en todo su apogeo, habrá que tener cuidado.