Continúan las precampañas a su máxima expresión y en ese contexto se hizo presente una duda, ¿alguna vez se han preguntado a ustedes mismos, por qué votamos? Hace algunos años se pensaba que existía un proceso razonado y que se emitía el sufragio en función de una deducción lógica. De hecho, se pensaba que se seguía un mapa mental muy simple: el candidato es nombrado por el partido y ambos se orientan hacia los grupos.
La llamada Escuela de Michigan puso de manifiesto que la cosa no era tan simple y agregó que los electores votan por cosas más concretas, incluso los clasificó por grupos. Además de los electores del proceso razonado, a un segundo grupo lo denominó group benefit. Consideró que hay un tercer grupo al que llamó nature of the times, que no tienen propiamente una ideología, no reconocen grupos de interés y se limitan a considerar si los tiempos son buenos o malos, para premiar o castigar al momento de ejercer su voto y finalmente está un grupo denominado no issue content, que no votan por la membresía del partido sino en función de las propuestas.
En los tiempos más recientes los consultores Jaime Durán y Santiago Nieto en su libro “El arte de ganar”, exponen algunas consideraciones interesantes. En primer lugar, hablan de los afectos, puesto que dependemos de sentimientos, si nos caen bien o nos caen mal las/os candidatas/os, o con quien nos identificamos más como electoras/es, no es tanto que nos motiven los programas o sus propuestas, sino más bien si nos genera simpatía o antipatía, sentimientos positivos o negativos.
Dentro de estos aspectos la imagen juega un papel fundamental, y usted tal vez lo esté viendo en la red o en los espectaculares. Estamos ante el esfuerzo de las precandidatas para mostrar su mejor cara, para generar credibilidad. Muestran su personalidad para que las/os electoras/es decidan si son confiables o no, si dice la verdad o es mentirosa, incluso realizan acciones para ganar ese impulso, lo importante aquí es ¿quién lo dice y cómo lo dice?, es lo que percibirán sus potenciales electoras/es.
Los temores también suelen jugar en la determinación de las/os electoras/es. Hay ocasiones que se apuesta al mal menor, los males y el ideal compiten en el concierto de los temores. Usar el temor en campaña es un aspecto que se debe manejar con sumo cuidado por el impacto en las/os electoras/es, se puede perder lo ganado o incluso la victoria. Viene a mi mente la expresión “Andrés Manuel es un peligro para México”, causó un impacto tal que muchos políticas/os, incluido el presidente, no lo superan.
También influyen los resentimientos que algunas personas sienten contra la sociedad misma. No son de izquierda ni de derecha, sus resentimientos a veces son contra los ricos o contra los clasemedieros. Usted seguro ha escuchado al respecto. Los populistas suelen movilizar por la negatividad, no es contra un candidato es más bien contra qué representa. No buscan el bienestar de unas/os, sino que les vaya mal a las/os otras/os. Para los populistas la envidia mueve más que la conveniencia. A veces no sólo es lo económico, es contra el orden establecido, quienes se consideran excluidos, por su religión, la región donde viven o su discapacidad, se asumen en contra de todos y siguen a líderes que generalmente no son felices.
Satisfacer nuestras necesidades es otro motor para explicar por qué votamos. Dado que es verdaderamente complicado encontrar la felicidad, porque es un concepto diferente para cada persona, es necesario conocer sus valores y respetarlos.
Finalmente, otra razón que mueve nuestra intención de votar son nuestros sueños y temores. Muchas personas sufren por no tener empleo, agua, luz, estar enfermos sin atención médica, no tener los suficientes recursos para alimentarse o la inseguridad. Otros más estudian porque tienen como meta comprar un auto, mejorar su vivienda o incluso una visa para visitar algún país. Es casi inherente que entre más tenemos más queremos, esa es la principal característica de la clase media. Constantemente aspiramos a más.
Las precandidatas tendrán que enfocarse en sus potenciales electoras/es, en comprenderlas/os. Los electores tienden a ser autónomos, no siempre quieren votar por obediencia, ni quieren votar por lo que les dicen otras/os que se consideran más inteligentes o preparados. Entonces es indispensable observar qué dicen y hacen las precandidatas, los electoras/es suelen aplaudir, pero también lanzar jitomates, antes de tomar una decisión informémonos. Las/os electoras/es sumisas/os tienden a desaparecer, ahora esperan recibir algo del futuro y si se puede divertirse.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.