El martes se llevó a cabo el registro de Alejandra del Moral como candidata a gobernadora por la coalición “Va por el Estado de México” ante el Consejo General del Instituto Electoral estatal, acompañada por los líderes estatales de los partidos que aglutinan la coalición, del PAN, PRI, PRD y Nueva Alianza; por su parte, la maestra Delfina Gómez Álvarez lo hará el próximo domingo por la coalición Juntos Hacemos Historia, integrada por los partidos Morena, PT y Verde Ecologista.
El inicio de campaña está programado para el próximo 3 de abril, abarcará dos meses, periodo en el que estaremos escuchando y analizando las propuestas que cada una de las candidatas presente, sobre todo, en materias de seguridad, salud, empleo, economía, educación, obra pública, por mencionar de entre las que son más importantes para la comunidad mexiquense.
Desafortunadamente, no todo será un ejercicio democrático en el que se enfrentarán las ideas y los proyectos que deberán estar debidamente pulidos para contrastar uno con otro, y en los que cada candidata defenderá y presumirá los beneficios que piensa alcanzar para beneficio de los ciudadanos.
El ambiente de violencia política inevitablemente alcanzará a las dos entidades que estarán inmersas en las contiendas electorales, Coahuila y el Estado de México, pues tendrán que atender de la mejor manera ese entorno crispado que se respira por todos lados, por lo que se espera que las campañas estén llenas de descalificaciones y guerra sucia.
No puede ser para menos, todos los días desde palacio nacional es el propio presidente Andrés López Obrador quien ha construido una fuerte división cada vez más profunda y complicada para resolver; ya sean los conservadores contra los liberales, o los buenos contra los malos, o, como sea, hoy, más que en ningún otro momento en la época moderna, el pueblo está enfrentado, y ambas entidades no pueden ser indiferentes a ello.
Por éste y otros motivos, los dos bandos a contender en el Estado de México reflejarán lo más sombrío que existe actualmente en la política, aunque la petición del Instituto Electoral seguramente será la de alentar un llamado a las contendientes para que antepongan una competencia de respeto y de propuestas, difícilmente se dará, porque el fuego se incrementa a cada momento, y por todos lados.
Independientemente de lo anterior, el proceso no puede detenerse, por lo que el debate representa una de las herramientas que más causa atención de los diferentes sectores de la sociedad, pero el interés depende mucho del formato que se elija para contrastar ambos proyectos, ya que, con ellos, puede descubrirse la realidad de cada una de las candidatas, su nivel de conocimiento, la forma en la que piensa desarrollarlo y el alcance que ofrece; así como también, es una buena oportunidad para apreciar sus reacciones, ya que con ellas se deja ver su temple y capacidad de respuesta.
No obstante, la posibilidad de observar uno o varios debates de altura, se diluye, ya que parece muy complicado que esto suceda, pues ha pasado, no en pocas ocasiones, que esos momentos son utilizados para insultar, o, hasta injuriar al contendiente, lo que refleja la triste realidad del momento que vive el país.
Para tener la oportunidad de escuchar las propuestas y los mecanismos que se han considerado para impulsar lo que ha quedado rezagado, y continuar con lo que ha quedado pendiente por el sexenio que termina, tendría que haber apertura al sano enfrentamiento de ideas, en una posición de respeto y dinámica, para abrirle la posibilidad al ciudadano que elija con libertad, entre ambas ofertas.
Aunque la posibilidad de que el ciudadano decida entre una y otra candidata, con base en observar los enfrentamientos de las propuestas en un debate está muy lejos de cumplirse, pues gran parte de los electores para ese momento, ya tienen definido su voto, y únicamente desean ver cómo “su candidata” acaba con el enemigo, quieren que “su” elegida se muestre invencible, no porque tenga mejores argumentos y propuestas, sino porque le genere la satisfacción de aparecer triunfante, aunque sea a base de insultos.
De esta forma, se deja todo a la triste condición de valorar a la candidata por el sentimiento y no por la razón, a partir de ahí, puede ser por conveniencia de programas sociales o del pago del tamal y el atole para el día de las elecciones. No hay gran diferencia entre el viejo PRI y lo que hoy se da.
El pueblo de México deposita hoy su esperanza, como hace 50 años, en las promesas, por muy increíbles que parezcan, y por encima de las muchas ocasiones en las que han sido defraudados, eso lo saben los políticos, y lo sabe el presidente y su imagen aún pesa, y con el descaro con el que se entromete en las elecciones, no dejará de hacerlo para apoyar a Morena, menos aun cuando se trata la del Estado de México.
Mientras tanto, la candidata de la coalición Va por el Estado de México, en repetidas ocasiones ha pedido a la maestra Delfina, de la alianza opositora, que se enfrenten en cinco debates; pero del otro lado hacen oídos sordos tanto la maestra como su equipo de campaña, lo que bien puede presumirse como la estrategia elegida. La maestra Delfina no enfrentará a la candidata de Va por el Estado de México.
Las razones son más que obvias; por un lado, la maestra no parece muy diestra en el terreno del debate, se le dificulta de gran manera expresarse, más aún, explicar la forma en la que piensa cumplir con sus promesas, pero aún todavía más comunicado, se observa la forma en la que tendría que defenderse ante el embate de Alejandra del Moral.
Sin embargo, esa estrategia de despreciar un debate, puede no ser la adecuada, ya su mentor, Andrés López Obrador, lo comprobó al no acudir al que fue invitado en la contienda presidencial del 2006, lo que le representó un gran costo, además perdió la oportunidad de enfrentarse contra Felipe Calderón; sobrado y soberbio, rechazó el enfrentamiento democrático como estrategia según se dio a conocer, y, al día de hoy, aún se escuchan interminables lamentos en los pasillos de palacio nacional por aquella dolorosa derrota.
La maestra Delfina debe analizar muy bien qué es lo que hará, ¿habrá o no debate?