Cuando se me pone enfrente una noticia tan espantosa como un desfalco descomunal, en donde no solo no se ayuda a los más pobres de México, y se disuelven como por arte de magia, para otros países que no tienen ni suerte ni parte en nuestras vidas. Son verdaderamente muchos millones de pesos, y está involucrado un hombre al que hizo Luis Echeverría: Ignacio Ovalle.
Y si de algo me he de sentir sumamente orgullosa son de mis amigos: Pablo, María Idalia y Raymundo. Vaya que si se la juegan. Vaya que si son de lo más valientes y esforzados. E indagan, y se meten hasta lo más recóndito de la cacerola, en donde se cuecen los frijoles. Allí, hasta abajo. Lo que los veracruzanos llaman el calzón de la olla.
Me muero de la tristeza de saber cómo está mi país. Y más, si yo no puedo hacer absolutamente nada. Ni pa´ atrás, ni pa´ adelante.
Me paro de sopetón y sin previo aviso y la verdad es que ahora no tengo ganas de ver más programas de noticias, en donde o una chiquita de una escuela, por bullying, mata a otra, y las dos tienen menos de 13 añitos; o un profesor inmundo, decide violar a los niños de su escuela; o a la mejor otro diputado absolutamente desquiciado o loco, usa a su hijo para echarle —no sé qué ácido—al cuerpo de la que alguna vez fue su amante, y le deshace la cara, brazos, piernas… o un par de locos, matan a su hijo y lo ponen en una cisterna; o todos juntos, se dan a la tarea de tener a un país absolutamente perturbado de cabo a rabo.
Prefiero ponerme a ver la televisión, y como Alicia en el país de las Maravillas, ver cómo todo lo bueno se va acomodando, y al final… todos fueron felices, hasta el final de los tiempos.
Hoy las cosas en ningún lado de la República Mexicana están tranquilas, estables, en orden. Ni en el norte, ni en el sur. Cómo me dio tristeza la muerte esa de un hombre de negocios en Chetumal, que apareció al día siguiente de su secuestro. Se vio todo por cámaras. O el de varias chicas que fueron a una fiesta y nunca regresaron. O en Monterrey, la muerte de una joven que un 9 de abril desapareció. Y todavía nadie sabe nada. Pobres padres. Lo que les constó dejar a su hija ir a una fiesta.
Ahora los pleitos, como callejeros, de el famosísimo Alito, con Osorio Chong, y tratando de descuartizar al partido, que está luchando con toda el alma para ganar en el Estado de México y en Coahuila. Muy mal. Mientras… todo el mundo está atónito y estupefacto, de lo que algún día fue el partido que gobernó 70 años al país.
Y ahora qué, me pregunto. Dos mujeres. Una tratando de comerse el Estado a puños, sin saber por dónde empezar.
La otra, abanderando un enorme proyecto. Tiene los ojos puestos a nivel nacional. Entender su circunstancia histórica va a ser muy importante. En el Estado de México se van a definir los pesos y contrapesos de la campaña presidencial.
Al tiempo.
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