El sociólogo brasileño Octavio Ianni formuló en 1999 su concepto de “El Príncipe Electrónico”, con base en las características que configurara el estadista florentino Maquiavelo en su obra “El Príncipe” (1532), como modelo para gobernar.
Para Maquiavelo, el príncipe o dirigente era una persona, una figura política; el líder capaz de articular inteligentemente sus facultades de actuación y liderazgo con las condiciones socio-políticas dadas, en las cuales tiene que actuar. El liderazgo es esencial, pero se confronta todo el tiempo con la situación real, que puede ser o no favorable, pudiendo ser tan adversa que el liderazgo no encuentre posibilidades de ser ejercido. Pero la situación puede ser influida a su favor por la capacidad de previsión, la actividad y la dirigencia del líder.
Mucho tiempo después, en el Siglo XX, el filósofo marxista Gramsci retomaría las ideas de Maquiavelo para elaborar la teoría de “El Moderno Príncipe” (1932), esto es, del partido político como intérprete y conductor de individuos y colectividades, grupos y clases sociales.
El moderno príncipe de Gramsci (que en nuestro país se aplicó "a la mexicana" con la formación del PNR-PRM-PRI como partido hegemónico de 1929 al 2000) fue el “intelectual colectivo" capaz de interpretar simultáneamente tanto a los seguidores del partido como a los sectores de la sociedad indiferentes y adversarios. En este sentido, el moderno príncipe se revelaba capaz de construir, realizar y desarrollar la hegemonía en un proyecto de Estado-Nación, que incluye la organización y el desenvolvimiento de la sociedad mediante la figura del Partido.
En todo caso, de lo que se trata es de las figuras del príncipe como dirigente, gobernante, tirano, presidente, monarca o Partido. En la medida en que funciona como líder, se muestra preparado para pensar y decidir, negociar y dirigir, administrar y actuar, conciliar y dividir, premiar y castigar, constituyéndose simultáneamente en símbolo o emblema para individuos y colectividades, poblaciones y pueblos, sectores sociales y sociedades, nacionales y extranjeros.
Sin embargo, en la última parte del Siglo XX y principios del Siglo XXI, las tecnologías electrónicas, informáticas y cibernéticas impregnan creciente y generalizadamente todas las esferas de la sociedad nacional y mundial y, de modo particularmente acentuado, las estructuras de poder, las tecnoestructuras, los centros de conocimiento, las organizaciones multilaterales y las corporaciones transnacionales, sin olvidar las corporaciones de medios. Este es el clima en que se forma, impone y sobrepone “El Príncipe Electrónico”, sin el cual sería difícil comprender la teoría y la práctica de la Economía y la Política en la época de la globalización.
Ianni elabora así la noción de "El Príncipe Electrónico", consistente en una figura política nueva y diferente que se erige y alimenta en razón de los medios de comunicación electrónicos. Al decir del autor, “El Príncipe Electrónico” puede ser visto como "el intelectual orgánico de los grupos, clases o bloques de poder dominantes, en escala nacional o mundial". De esta manera, si se considera la democracia electrónica y la movilización del libre mercado, el "político tradicional" aparece como un producto evaluado con criterios más próximos a los del mundo de la mercadotecnia (encuestas para conocer el "gusto del consumido o votante", la propaganda política no se diferencia de la publicidad, compra-venta del voto y de los puestos políticos, etc).
Por otro lado, el dirigente actual se enfrenta a una difusa masa anónima con medios de comunicación electrónicos a su alcance y que desea practicar cotidianamente una democracia igualitaria. Ya ni el gobernante autócrata ni el partido único pueden lograr la total hegemonía ni la plena soberanía sin un cierre nacional cada vez más difícil de sostener, ni legítima ni eficientemente.
Ese es el nuevo, inmenso, complejo y difícil escenario global de la Economía y la Política, como teoría y práctica. Ahí las instituciones tradicionales se enfrentan al desafío de remodelarse o ser sustituidas por anacrónicas, ya que otras y nuevas instituciones y técnicas de la Economía y la Política están siendo creadas alrededor de las redes electrónicas.
Surge un difuso Príncipe Electrónico en lugar de El Príncipe de Maquiavelo o de El Moderno Príncipe de Gramsci, así como de otros “príncipes” pensados y practicados en el curso de los tiempos modernos, concretamente en nuestro país el Príncipe Priista hasta finales del Siglo XX. Pues ya en este Siglo XXI ha dirigido al país en todo caso un ¨Príncipe Fragmentado¨, acotado por la pérdida del Presidente-Partido (PRI) hegemónico y de una mayoría suficiente en el Congreso Legislativo para poder gobernar sin acuerdos o pactos.
"El Príncipe Electrónico" no está personificado en un líder ni en un partido político, pero realiza y sobrepasa las previsiones y las actividades de esas dos figuras clásicas de la Política. "El Príncipe Electrónico" es una entidad electrónica nebulosa y activa, presente e invisible, predominante y ubicua, que permea continuamente todos los niveles de la sociedad, en los ámbitos local, nacional, regional y mundial. Es el intelectual colectivo y orgánico de las estructuras y bloques de poder presentes, predominantes y actuantes en escala nacional, regional y mundial, siempre en conformidad con los diferentes contextos socio-culturales y político-económicos diseñados en el nuevo mapa del mundo electrónico.
Es obvio que "El Príncipe Electrónico" no es ni homogéneo ni monolítico, tanto en el ámbito nacional como mundial. Además de la competencia evidente o implícita entre los medios de comunicación de masas, ocurren frecuentes irrupciones de hechos, situaciones, relatos, análisis, interpretaciones y fabulaciones que los pluralizan y democratizan. Sin olvidar que son innumerables los "intelectuales" de toda clase, periodistas, fotógrafos, cineastas, programadores, actores, entrevistadores, redactores, autores, psicólogos, sociólogos, expertos en relaciones públicas, especialistas en electrónica, informática y cibernética y otros que diversifican, pluralizan, enriquecen y democratizan los medios. Hay diarios, revistas, libros, radios, televisoras y otros medios electrónicos que expresan formas y visiones alternativas de lo que pasa en el mundo.
En suma, un Príncipe Electrónico que simultáneamente subordina, recrea y absorbe o simplemente sobrepasa a los anteriores modos de gobernar, unipersonal o mediante un Partido, o combinando ambos, como fue el caso de México en el siglo pasado.
Hoy, las viejas maneras de gobernar ya no funcionan y está surgiendo un nuevo tipo de gobernabilidad que puede bifurcarse para bien o para mal, en un despotismo tecnificado o en una democracia igualitaria.
(Febrero-2018)