De espías, incendios y pasiones... del Ogro Salvaje en Rulettemburg

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De espías, incendios y pasiones... del Ogro Salvaje en Rulettemburg

Domingo, 11 Febrero 2018 09:30 Escrito por 

Prolegómenos obligados, y con tufo a vodka, en relación con la paranoia que anuncia el resurgimiento de los “viejos topos”, pretexto del viejo-nuevo régimen para perpetrar masacres estudiantiles al calor de delirios autoritarios:
Partido inaugural del campeonato mundial de futbol “México-70”, México contra la URSS. Los rivales del anfitrión salen por el túnel del Estadio Azteca rumbo a la cancha y, según la leyenda, el cronista describe la situación, palabras más, palabras menos: ahí viene el equipo soviético; en su playera dice CCCP. Que en ruso seguro quiere decir: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas… pero como estamos en México, eso significa… ¡Cucurrucucú Paloma!.

Angel Fernández, voz vehemente, “homérico pulmón que gritaba las hazañas de los héroes” futboleros (Juan Villoro, dixit), sería un eficaz descifrador de mensajes encriptados y actividades de espionaje de la ex URSS ( a la par quizá del legendario Yuri Drozdov que, dicen, manejó toda la red de "topos" rusos en Occidente).

Y estaría muy por encima del ahora responsable de la “inteligencia” nacional, vía Cisen, Alberto Bazbaz (fallido sabueso de lavadores de dinero y evasores de impuestos) sin truculentas maniobras de infiltración, sobornos ni chantajes, dando a la “contra inteligencia” un aspecto menos oscuro, casi de entretenimiento y menos grotesco que como sucede en los episodios electoreros de temporada, más para la hilaridad que para el terror.

Además y a diferencia de los “topos” actuales, es evidente que Fernández Rugama era un hombre culto, al grado de fusilarse frases del “Ulises”, de James Joyce, para incorporarlas a sus narraciones futboleras: !pique, freno, amague!.. ¡pum… fogonazo cegador! (“Y entonces un cohete subió y explotó pum fogonazo cegador y ¡Oh! luego la carcasa reventó y fue como un suspiro de ¡Oh! y todo el mundo exclamó ¡Oh ¡Oh! en éxtasis y”… se lee en el Episodio 13, “Nausica”).

Sacada de la sección cómica del gastado manual de “¡ahí viene el Coco!”, la narrativa de los espías rusos electorales para favorecer al aspirante de la presunta izquierda sólo ha alimentado certezas en un sentido: el candidato neoliberal no levanta ni sospechas, mientras su adversario ironiza esperando submarinos en los puertos, puesta en la cabeza la tradicional ¿“ushanka” o Papaja, sombrero de Astracán? para completar el cotilleo político.

Es parecido el caso de las pasiones casabolseras, con Wall Street y todas las bolsas de valores del mundo, incluida la nuestra, donde el conservadurismo y codicia del Ogro Salvaje pelea contra sus propios fantasmas, pero lanza fintas y trata de identificar a algún Eróstrato como incendiario del templo, delincuente violento en busca permanente de fama.

El hecho sabido es que justamente en ese templo se concentra el instinto de la ficticia ciudad de “Rulettemburg”, de Dostoievski: “Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino”, decía Alexei Ivánovich, alter ego del novelista en “El Jugador”.

Por lo menos en esa imaginaria ciudad Casino, se hace alarde de disponer de un “servicio de policía bien organizado”, incluso con elementos policiacos infiltrados como jugadores para poner orden y evitar la actuación de sujetos indeseables.

Centro de reunión de seres compulsivos, irracionales, recreación de las miserias humanas, semejantes a las actuales crónicas cotidianas de economía y, sobre todo, de las finanzas, el caso es que en la presente época las cosas están al revés: el policía se convierte en parte de la aristocracia y su enfebrecido derroche, o aquella los infiltra en gobiernos y organismos financieros, de ahí el famoso “sillón giratorio” para que políticos puedan saltar del poder público a los asientos de los consejos de empresas que, sobra decir, previamente han sido “reformadas estructuralmente” o privatizadas.

Por eso, tras el timo de las hipotecas Subprime en Estados Unidos sucedido hace ya diez años, en el 2008, las cosas no sólo no se han corregido, sino que han mostrado una imparable tendencia a empeorar. Se vio recientemente en la “Rulettemburg” de Wall Street y demás templos del “Espíritu Animal”.

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Jesús Delgado

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