La capital del estado más pujante del país durante muchos años se vio gris, sucia y apagada...
Las personas que nacimos en Toluca, recordamos que había un refrán del siglo pasado que describía nuestra capital, “tacita de plata con olor a sacristía”. Algo que por varias administraciones dejó de ser una realidad.
Las plazas y casonas que adornaban el centro de la capital, desde la administración de Muñoz Samayoa empezaron a tirarse y dieron paso al concreto, sin forma ni belleza.
La gente dejó de barrer las aceras de sus casas y los grafitis mal hechos ensuciaban la imagen urbana. Ni qué decir del crecimiento de la ciudad, sin trazos bien delineados y sin orden. Crecimiento desordenado.
De la cultura poco se sabía, la realidad es que, contrario a otras capitales del país como Morelia, Puebla, Guadalajara o Querétaro, a los presidentes municipales de Toluca poco les importó que creciera de manera ordenada, que se viera bien y que se distinguiera por ser una ciudad con eventos culturales de alto nivel.
Uno de los elementos de crecimiento económico de cualquier ciudad, es la cultura en sus diferentes expresiones, por eso la ligo al crecimiento desordenado y gris que permitieron en Toluca.
La cultura permite conocer un sinnúmero de expresiones artísticas que con el paso de los años se van convirtiendo en elementos de desarrollo e impulso a la economía, de empuje en la vida afectiva, moral y espiritual.
Un buen crecimiento urbano que va de la mano con la cultura representa la fuerza viva, creativa y colectiva de un lugar. Aporta sentido y contenido a las prácticas sociales, evita la delincuencia y fortalece el sentido de pertenencia.
Según la teoría de las Ventanas Rotas de los científicos James Q. Wilson y George L. Kelling, el paisaje urbano influye en un alto porcentaje en la delincuencia de un lugar.
Hoy esto empieza ha tomar sentido, el presidente municipal Raymundo Martínez Carbajal, ha apostado por embellecer Toluca, y por la cultura, muestra de ello son los espacios recuperados, los edificios del centro y otros principales iluminados, el remozamiento de las banquetas, en fin lo que hoy hace que esta ciudad luzca diferente.
Ayer tuve el gusto de disfrutar del ballet de Giselle en el teatro Morelos. La puesta en escena fue espléndida. Las piezas de la Orquesta Filarmónica de Toluca, del maestro Gerardo Urbán y Fernández, magníficas. Desde 2009 dedicado a estas obras pero hoy se ve el apoyo para la promoción. Al salir, ver el Palacio del Poder Judicial, la catedral y la explanada del teatro iluminados me sentí tan orgullosa de mi Toluca, ahora sí, ¡bella!
