Se le atribuye a Aristóteles la sensibilidad para profundizar acerca de uno de los principios de la existencia humana con mayor significado de todos, me refiero a la Ética, disciplina que en palabras del pensador griego: “no se enseña para saber qué es la virtud sino para ser virtuosos”.
Esa virtuosidad es la misma que acompañó a la sociedad griega y después a la Romana, es la misma que iluminó la escuela estoica y los pilares que comenzaron a reafirmar lo que hoy conocemos también como epistemología.
Es en esa pequeña sentencia donde cabe y se multiplica el presente, pero sobre todo el futuro de nuestra sociedad. La ética es la procuradora de la humanidad del ser humano, la fuente de la necesidad individual de querer actuar bien, la convicción de estar siempre apegados en el marco del respeto a los Derechos Humanos.
En ese orden de ideas es importante manifestar la importancia de esta disciplina en el actuar de las sociedades, en la enseñanza impartida en las aulas, en el conocimiento generado y cultivado en los libros, ese principio básico de la existencia que se transmite de generación en generación y en la importancia de fortalecer esta disciplina en los planes de estudio de todo estudiante del derecho.
México, y cada una de las personas que habitan en este país no pueden distanciarse, no pueden separarse, no pueden actuar de formas violentas. Reconozcamos la riqueza de la diferencia, la necesidad de dar igual trato a todas las personas. Apreciemos el valor de la vida, de las personas como el activo más importante de este país.
Construyendo puentes entre nosotros, y haciendo posible una sociedad más justa y sin prejuicios.
Sacudamos nuestra conciencia y con decisión procuremos por los derechos de todas las personas, en especial de los grupos vulnerables. Ya no más violaciones a Derechos Humanos, hacia las niñas y niños de este país y de todo el mundo, hacia las mujeres, hacia los periodistas, a los integrantes de la comunidad LGBTTI, a los indígenas, a las personas con discapacidad, a los adultos mayores, a los defensores de derechos humanos.
La ética es la procuradora de la humanidad del ser humano, la fuente de la necesidad individual de querer actuar bien, la convicción de estar siempre apegados en el marco del respeto a los Derechos Humanos.
Es momento de que reorientemos nuestro presente hacia la generosidad, solidaridad y paz, hacia la consolidación de un Estado Humano que nos permita escribir otra historia, como la que soñó Luther King, Gandhi o Mandela. Ahí radica nuestro propósito y nuestra esperanza para no perder la fe en la humanidad, para dar testimonio de que iniciamos juntos una nueva etapa.
Así, en una nación como la nuestra integrada por hombres y mujeres de distintos orígenes pero unidos en el amor a la tierra compartida. Estamos llamados a ser uno para poder ser todos y que nos lleve a la consolidación de una ética global: “una que trascienda la estreches de los intereses propios, que reconozca que la mejor manera de servir a los intereses de la humanidad en su totalidad consiste en aceptar un conjunto de responsabilidades y derechos comunes”.