Ya desde 2019, Andrés había anunciado que México tendría un nuevo sistema de salud “…como el que tienen en Canadá, Reino Unido, Dinamarca, de lo mejor”, prometió en su mañanera del 3 de enero de ese año. Estaría listo a finales del 2019. No ocurrió nada. De hecho el país entró en una grave crisis sanitaria con el COVID-19 que, de ser un “simple resfriado”, diría López-Gatell, se convirtió en una pandemia que dejó, oficialmente, 334 mil defunciones. Los “otros datos” advierten más de 500 mil fallecimientos.
México no estaba preparado para una crisis de salud. Ni Fox, Calderón o Peña se ocuparon. Nunca previeron. Sí, inauguraron bonitos edificios, pero sin una estructura de funcionamiento y atención adecuada. Tampoco la hay con AMLO. La pandemia desenmascaró un pobre sistema médico nacional.
“Otra vez la burra al trigo”
La abrumadora crisis acentuó también deficiencias notables en miles de plazas no cubiertas para personal de salud en nivel básico y de especialidad, en la inoperancia de infraestructura hospitalaria, y en el abasto de medicinas, vacunas y equipos clínicos para la diabetes e hipertensión. Pero al concluir el 2022, Andrés insistió: “vamos a tener, a finales del 2023, uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo… los medicamentos y estudios, van a ser gratuitos...”. Comprometió una inversión de 200 mil millones de pesos. Y millones de mexicanos le creen. La necesidad y la pobreza son sus aliados.
ISSEMYM ¿en riesgo?
En México (de acuerdo con información pública 2021), se tienen 23 mil 900 espacios de salud; 4 mil 995 son hospitales, y 18 mil 905 unidades de atención ambulatoria. Del total de hospitales, mil 817 son públicos y 3 mil 178 privados. De estos, el IMSS tiene 19 mil 110: 251 son hospitales generales, 85 unidades de alta especialidad y atención ambulatoria y 18 mil 774 consultorios, es decir, en el sistema de salud nacional, el IMSS ocupa casi el 80 por ciento de la capacidad hospitalaria, pero atiende sólo a un millón 70 mil que laboran en empresas afiliadas. Los otros 126 millones de mexicanos se atienden en organismos estatales.
El plan del sistema "mejor que el de Dinamarca" inició con una reforma que ampliaría la cobertura del IMSS a un sistema gratuito, sin importar que aporten o no cuotas. Después, se cancelaron (no entendí) más de 30 Normas oficiales (NOM) en la atención de enfermedades y seguiría la desaparición –al menos en nombre-, de instituciones como el ISSSTE, el Hospital Infantil de México y los nacionales de Cardiología, Cancerología, Enfermedades Respiratorias, Neurología, Pediatría, Perinatología, Psiquiatría, Geriatría y luego, se invadiría a organismos estatales, en gobiernos morenistas. Sería el caso del ISSEMYM –al que este periodista considera en atención, uno de los mejores de México-. Así, el IMSS-Bienestar pasaría de tener 336 unidades y consultorios, a 20 mil 722. AMLO se retiraría presumiendo un sistema de salud gigantesco, aunque sólo en pintura y membrete.
El mandatario adelantó que el Edomex se sumará a su plan de federalización, generando inquietud en más de 380 mil servidores públicos mexiquenses y sus familias, afiliados al ISSEMYM, que integran un cosmos de 840 mil derechohabientes y 74 mil pensionados. Seguiría el ISEM.
Quizá la oposición aprendió de los equilibrios para generar contrapesos, o de plano se rendirá y no le quedaría otra a los mexiquenses que adaptarse a un nuevo organismo que replanteará los procesos de pensiones, seguros, afore, créditos y el trabajo que realizan 7 mil 379 servidores públicos en 112 unidades médicas. Igual y el periodista se equivoca y sólo hay que esperar… al tiempo. Mi twitter @raulmanduj
