Escribo estas líneas aclarando que no tengo ni yo ni mi familia ningún procedimiento litigioso de ninguna índole ni local ni federal. Escribo desde la sincera reflexión y aceptando que no siempre se tiene la razón.
Hace unos años cuando estaba por nombrarse a Ricardo Sodi como presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, señalé y dejé sembradas mis dudas sobre el papel que podría jugar al frente de esa instancia de impartición de justicia. No le dí, en ese entonces, ni el beneficio de la duda.
Hoy debo decir en honor a la verdad que me siento gratamente sorprendido por el desempeño del magistrado Sodi al frente del Poder Judicial. No solo ha actuado en forma profesional sino que también lo ha hecho de forma imparcial. Ha innovado y fortalecido el Servicio Judicial de Carrera a través del afianzamiento y actualización de la Escuela Judicial. Ha convenido con varias instituciones públicas y privadas -tanto nacionales como extranjeras- mecanismos de colaboración y fortalecimiento profesional de todos quienes integran ese Poder.
Qué decir de la Sala de Asuntos Indígenas, a través de la cual se visualizan las necesidades jurídicas de las comunidades originarias, además de que se fortalece su cultura e identidad, pero sobre todo, se garantiza que los procesos se desarrollen bajo una perspectiva intercultural.
Destaco también la puesta en marcha el Juzgado en línea Especializado en Violencia Familia, que busca salvaguardar la integridad de mujeres, niñas y niños.
Sin lugar a dudas desde la sobriedad y sin protagonismos innecesarios, ha logrado dejar una huella indeleble en esa instancia. Ha fortalecido los mecanismos para la impartición de justicia en la entidad que tanto lo necesita. No puedo ni debo dejar pasar la oportunidad de manifestar con sinceridad, pero también con humildad, que me equivoqué y que bueno por nuestro Estado y por los justiciables.
Sé que se formó en el litigio y después entró al tribunal, que le da en automático crédito a su labor.
Sin lugar a dudas quedan muchos pendientes y hay todavía mucho por hacer, no podemos hablar de echar campañas al vuelo, sin perder de vista que es loable hacer honor a quien honor merece. Noblesse oblige.
