Broma macabra: si la renegociación del TLC es exitosa, los salarios subirán ‘’solitos’’. Como quien diagnóstica “catarritos” financieros pero debe ser auxiliado con una escafandra en el anfiteatro económico para recibir oxígeno luego de fraudes tipo hipotecas Subprime, los doctores pretenden olvidar que el poder adquisitivo salarial ha sufrido una mortal embestida durante los últimos 22 años, justo por el Telecé.
Y que, además, impuso “reformas estructurales” que han configurado nuevas formas de explotación laboral y de esclavitud (en la jerga neoliberal le llaman “flexibilidad), porque no es lo mismo ganar aquí el equivalente a 4 dólares diarios (80 pesos) que 7.25 dólares la hora o 58 dólares por una jornada de 8 horas al día, como sucede en Estado Unidos.
Una mano de obra casi regalada que, en bien del mercado depredador que presume “competitividad”, actualmente está muy ocupada, según el gobierno, y que “flexiblemente” es víctima permanente de la pernada caprichosa para evitar costos mayores a los modernos prometeos (la ley es la ley, se recuerda).
Como parte de todo este “disparatario” neoliberal, se ha referido que “una buena renegociación (del TLC) generará confianza en el país y, claro, atraerá inversiones y, más claro todavía, “aumentará la demanda de mano de obra” y… “lo más probable es que los salarios suban” (!por supuesto, la filosofía Capulina es imbatible: pude ser, a lo mejor, quién sabe…!) ¿Por qué a 22 años de la firma del Telecé sólo los bonos de deuda pública y la mano de obra rebajada despuntan como “grandes logros”, igual la consolidación de monopolios y el agandalle de la riqueza nacional por parte de (unos cuantos) locales y extranjeros?
Esto es otro misterio del evangelio capitalista en boga, ese que se abre pero se cierra al mismo tiempo vía tratados comerciales. Pero dicho con la certeza de los que quieren sacar de la canasta básica al jitomate, la papa y al tomate por sus efectos “inflacionarios” (6.44 por ciento de inflación anual, el doble de los cálculos oficiales antes de los gasolinazos de principios de este año), todo queda en el mundo pretérito de lo probable (para no hablar de “hubieras”).
También, con la certeza del que razona sobre la muerte desde el catafalco, los responsables de la hacienda pública afirman que la economía nacional está dando señales de “mayor resistencia”, esto a pesar de “la incertidumbre y la volatilidad” (eufemismo de las pasiones irracionales que caracterizan al capitalismo casinero, vil especulador).
¿De dónde el cadáver da muestras de estar entero? De un lado las cuantiosas reservas de dólares (173 mil 129 millones) para engordar a la raposa. Y si eso no fuera suficiente, una línea “flexible” de crédito del piadoso “benefactor mundial”, el Fondo Monetario Internacional (FMI), por 86 mil millones de dólares que, no sobra anotar, ha costado a los contribuyentes unos 1,713 millones de dólares del año 2009 a la fecha sin recibir ningún beneficio, lo que sólo puede pasar en un país donde las remesas de los desterrados de su patria son iguales o hasta superiores a la inversión extranjera directa. Un disparate macabro.