“La política es el arte de obtener el dinero
de los ricos y el voto de los pobres
con el pretexto de proteger a unos de los otros”
Fernando Vallejo
Ningún triunfo o derrota son para siempre. En la primera etapa de la no campaña electoral de 2024 aprendimos que la sorpresa pudiera ser factor del triunfo como ocurrió entre Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez, entre Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Entre los planes originales de AMLO y lo inesperado.
A lo largo de la historia, de pronto la vida nos sorprende. Lo hizo con Benito Juárez y hoy lo hace con Xóchitl Gálvez, ambos de origen indígena y con más estudios que el actual Presidente de la República. Se trata de personajes de los pueblos originarios de nuestro país que se niegan a morir.
Ciertamente los programas sociales son un factor importante en la decisión de la población más vulnerable, leal en su mayoría a Morena, pero no impenetrable por una mujer cuya sonrisa y lucha es como la de ellos con quien estos pueblos y la clase media luchadora empatizan. Sin embargo, el gran elector pudiera tenernos preparada una sorpresa como la de un Caballo de Troya guiado por “su hermano Marcelo” u otras, una vez desechado Marcelo Ebrard.
Nada está decidido en las elecciones del próximo año, ya que el cincuenta por ciento de los electores no está considerado en las estrategias advertidas a la fecha: el cincuenta por ciento de los abstencionistas que aún no dan color, representan un porcentaje con el que se gana y lo tratará de atraer una de las dos mujeres en la historia de México que compiten por llegar a la Presidencia de la República: inédito, extraordinario en un país de suyo machista.
Que va a hacer o que no va a hacer Marcelo se considera, pero nada se detiene. Ayer debería haber presentado su plan y/o sus decisiones. Esta colaboración a DigitalMex se entrega antes de las decisiones que Marcelo Ebrard dará a conocer. ¿Lo que declare modificará los planes de Claudia y Xóchitl, también los de AMLO?
El lunes se sabrá. De ahí que afirmemos que nada está decidido. Faltan nueve meses y dieciocho días para las elecciones. Las clases medias y los abstencionistas tienen la palabra. El nombre del juego: dividir para ganar.