En uno de los contextos más complejos y polarizados de la historia democrática de México, el pasado 7 de septiembre inició la primera etapa del Proceso Electoral Federal y Local 2023-2024 que cubrirá todo el territorio nacional, convocando a 98 millones de ciudadanos a las urnas para la renovación de más de 20 mil cargos, en donde el reto máximo de la autoridad electoral es garantizar equidad, pero también certeza, como condiciones esenciales de la democracia y en donde el gran desafío es institucional, pero también ciudadano.
Defender la certeza de un proceso electoral, dentro de un régimen democrático, exige comprender y entender las reglas del juego, ha dicho el expresidente del INE, Lorenzo Córdova. Y las reglas electorales mexicanas se han establecido a lo largo de varias reformas políticas constitucionales, desde 1976 hasta la más reciente de 2014, en donde se aprobaron medidas exigidas por los actores políticos para garantizar equidad en la contienda y certeza en el proceso que, en este caso, se desarrolla a través de cuatro fases: 1. Preparación de la elección; 2. Jornada electoral; 3. Resultados electorales y declaración de validez; 4. Dictamen y entrega de constancias.
Para dar certeza a cada una de las fases, se aplica el concepto de "definitividad", es decir, que cada una de las fases debe cerrar bien para poder iniciar la siguiente, y una vez que se avanza a otra fase, no hay vuelta atrás, conformando así la también llamada "cadena de confianza". En la fase de Preparación de la Elección, que está en curso y terminará hasta el 1 de junio, un día antes de la jornada electoral, el 2 de junio de 2024, los actores políticos se preparan. El INE, como autoridad organizadora de la elección federal, se prepara para imprimir 312 millones de boletas, capacitar a un millón y medio de funcionarios y organizar la instalación de 170 mil casillas en las miles de secciones electorales de las 32 entidades federativas.
Los partidos políticos también se preparan, aunque no siguiendo estrictamente las reglas. Desde que concluyó la elección federal intermedia de 2021, el partido oficial y sus aliados, con el Jefe del Ejecutivo a la cabeza con sus famosas corcholatas, iniciaron el proceso de selección interna de su candidatura presidencial. Para no quedarse atrás, los partidos opositores, conformados en el Frente Amplio Por México, figura permitida por la ley, hicieron lo propio, aunque dos años después del oficialismo, de tal forma que ambas fuerzas políticas llegarán a la etapa de Precampaña ya con candidatura presidencial seleccionada para el periodo que va del 5 de noviembre al 3 de enero de 2024.
Antes del inicio formal de precampañas, y no se diga de campañas, previstas del 1 de marzo al 29 de mayo de 2024, la abanderada del oficialismo ya anunció que recorrerá por segunda ocasión el país, mientras que la representante del Frente Amplio por México deberá hacer lo propio mientras el INE no frene el proselitismo oficialista anticipado dejando que la contienda se rija, como en la selva, por la ley del más fuerte.
Y ante el desparpajo presidencial que ha anunciado cómo dará vuelta a la restricción que el INE le ha impuesto para que deje de meterse en el proceso electoral, ya en curso, queda a la ciudadanía presionar a la autoridad electoral para que garantice el tan necesario "piso parejo" y la certeza en los resultados electorales. La ciudadanía, organizada en la famosa "Marea Rosa", ya mostró de lo que es capaz y ha sido la propia abanderada de la oposición Xóchitl Gálvez, principal víctima de la guerra sucia y alevosa perpetrada desde Palacio Nacional, quien le ha apostado a la fuerza ciudadana, junto con los partidos políticos opositores del FAM, para defenderse y defender al país de la amenaza dictatorial que acecha en los comicios de 2024.
@IrmaCruzE