Veía con una mezcla de interés y coraje, una entrevista que hace ya unos meses le realizó Meme Yamel a una trabajadora del Instituto de Salud del Estado de México, en la que denunció una serie de anomalías generadas en esa institución, por el no tan extraño contubernio que en muchos momentos se da entre quienes dirigen las dependencias gubernamentales y los dirigentes de los sindicatos de trabajadores.
A poco más de un mes de la entrada en funciones de Delfina Gómez, se esperaría que cuando menos la oposición al cuestionable liderazgo de Domingo Ortuño Maldonado, dirigente de la sección 9 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud en el Estado de México, puedan ejercer su derecho al cuestionamiento, a la libre sindicación e incluso la rendición de cuentas, esto a pesar de las acusaciones de los propios morenos, que señalan una extraña mimetización entre el Grupo Texcoco y el Grupo Atracomulco, perdón, Atlacomulco, desde el inicio de este gobierno estatal.
Pero esperar la democratización de las relaciones de trabajo que se rigen bajo el Apartado B, del Artículo 123 Constitucional es imposible, no existen las condiciones para ello, tan es así, que podemos ver las modificaciones que se han realizado con tanto ahínco a la Ley Federal del Trabajo, mientras la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado y sus similares en las entidades federativas, prácticamente viven en el arcaico.
Definitivamente mientras no se les reconozca el derecho a la Contratación Colectiva a los Trabajadores y el de Huelga, el desarrollo de las relaciones burócratas se seguirán desarrollando en la más completa opacidad y en ese andar, los intereses de políticos con intereses electoreros que dirigen momentáneamente una dependencia o institución, encontrarán la complicidad de líderes corruptos que ningún interés tiene de defender y dirigir los intereses y derechos de los trabajadores.
Mientras no haya Contratación Colectiva para los trabajadores burócratas, nadie, ni la sociedad, los gobiernos o incluso los propios trabajadores, podrán ver de manera más cercana y fría el desempeño de los líderes sindicales, sus triquiñuelas y lo que intercambian en perjuicio de sus representados a cambio de beneficios personales, como en el caso del señor Ortuño Maldonado, a quien se le ha acreditado recibir jugosos bonos junto con su familia, empezando por su hijo, bonos que no reciben otros trabajadores con el mismo puesto, clave, sueldo y antigüedad.
Lo peor es que ni los propios trabajadores del gobierno, al igual que los trabajadores del sector típico productivo, que realizan un trabajo personal y subordinado, entienden por qué no tienes un Contrato Colectivo, por qué no lo pueden negociar y por qué no pueden estallar una huelga para mejorar sus condiciones de laborales.
Con el pretexto del respecto a la libertad sindical, el gobierno se ha hecho el loco ante la existencia de sindicatos charros y dirigencias corruptas, aunque claro cuando tienen intereses como en el caso de NOTIMEX, encuentran la forma de desmembrar si es necesario una fuente de trabajo, pero aunque en efecto la vida democrática de un sindicato es un asunto en primera instancia de los trabajadores, lo cierto es que todo va en paquete, se requiere una lucha abierta y real del mejoramiento de sus intereses, para que las dirigencias grises, incapaces y corruptas queden atrás ante su incapacidad o la entrega de sus representados a intereses hasta ilegítimos.
No se pide nada extraordinario, menos cuando vivimos en el imperio de los Derechos Humanos, que según su teoría los derechos son reconocidos por el Estado y no otorgados, así es que este gobierno, el que hace todos los días una apología del “pueblo bueno” y el del Estado de México en el que nos prometieron que nos irá “requetebien”, deberían de empezarse a plantear la necesidad de firmar y ratificar los Convenios 151 y 154 de la Organización Internacional del Trabajo, lo que ni en los años de la gran familia revolucionaria se quisieron suscribir.
Por su parte los sindicatos y los trabajadores, deberían plantearse de manera muy sería luchar y obligar al gobierno en turno para que dichos convenios se firmen y de una vez por todas los burócratas sean reconocidos como trabajadores con todas las de la ley, pues contrario a lo que piensa la 4T, el camino no es el hipercontrol de los sindicatos de las dependencias públicas, enviando a la administración descentralizada al Apartado B del Artículo 123 Constitucional como pretende, sino otorgarles los 3 derechos fundamentales del Derecho Colectivo del Trabajo: Derecho a la libre sindicación, a la negociación colectiva y al derecho de huelga.
Addendum
- Dice Sebastian Ramírez, el “orate” presidente de morena en la Ciudad de México, que el problema de los paros en el Poder Judicial Federal, es un problema de gente engañada por un líder sindical priísta y charro y que además la impartición de justicia federal sigue siendo corrupta, pues hasta para las copias piden. El problema va mucho más allá de eso, esperemos que los trabajadores se lo muestren a él y a los limitados miembros de su partido; adicionalmente en lo que no estoy de acuerdo, es que en los Juzgados de Distrito o los Tribunales Colegiados haya los niveles de corrupción que asegura mediáticamente, lo digo a partir de mi experiencia, todos los días estoy en Juzgados y Tribunales, pero sobre todo que todos los días he tenido que trabajar para ganar lo necesario para vivir, así es que este sujeto que nunca ha trabajado realmente y que no conoce ni remotamente los sistemas de impartición de justicia, la verdad es que no sabe de lo que habla, es un argumento más con el que le aplaude a su máximo líder, pero no más.
Con ello no quiero decir que en el Poder Judicial no haya corrupción, la hay, pero no en niveles mayores que en la cámara de diputados, senadores, gobiernos de los estados y en el propio partido morena, que es la “esperanza de México”.
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Abogado Postulante y miembro de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.
