Recuerdan a aquella mujer que se atrevió a correr un maratón, Kathrine Switzer, una alemana, que fue empujada por otros corredores para que abandonara la carrera, para que entendiera que ese no era un camino que debían seguir las mujeres.
Bueno, pues en la política la cosa va más lenta. Aquí ni a empellones se pueden meter las mujeres en las elecciones. A pesar de que en octubre del año pasado el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó que para estos procesos electorales, los partidos políticos nacionales deben postular al menos cinco mujeres, mientras que los partidos políticos locales deberán alternar el género de su postulación con respecto al proceso electoral anterior.
Algunos partidos, como Movimiento Ciudadano, se niegan a cumplir la orden argumentando que las autoridades electorales no deben meterse en esto y que esa decisión debe ser "a criterio de los partidos". Ese argumento ya lo usó Yucatán, al salirse de la obligación de paridad, diciendo que su legislación ya lo contemplaba, pero claro, dejando la paridad "a criterio de los partidos".
Es decir, es más fácil hacer caso omiso, quizá hasta enfrentar una multa, pero no darle la oportunidad a las mujeres de medirse en una elección. Las leyes cambian, se convoca a las féminas como la mayor fuerza, pero no se cree en su poder para hacer un buen trabajo frente a una gubernatura o una alcaldía.
La violencia política es constante frente a nuestros ojos. Un expresidente que insulta a la esposa de un posible candidato. Las caricaturas que muestran a Claudia Sheinbaum siendo el títere de López Obrador. ¿Es así como nos ven?
Aún existe ese prejuicio de que si una mujer logra un puesto de elección es porque tuvo que ver con alguien o un hombre la puso ahí.
Somos capaces de hacer, de crear, pero también de gobernar. Juan Miguel Castro Rendón no puede seguir afirmando que es difícil conseguir candidatas, cuando sus voces son las que están obligando a los partidos a realizar una paridad sustantiva y no solo de palabra.
Las elecciones presidenciales demuestran que aún la figura de la mujer como gobernante se tambalea, precisamente porque se supone que no somos capaces de dirigir a una nación, pero sí de votar.
Académicas de la Universidad Iberoamericana han analizado esta situación con detenimiento y observan que se cree que si gobierna una mujer, lo hará solo para abrir más oportunidades a las mujeres y los espacios para los demás se cerrarán, lo cual es una equivocación. Una gobernante debe abrir las posibilidades para todos, y en su propuesta política se debe notar.
No es solo Movimiento Ciudadano, son varios partidos los que pretenden que cada vez que se busca una elección se pruebe que realmente valemos o existimos.
Insisto, las mujeres en la política o en cualquier puesto de poder somos como la corredora alemana, tratando de esquivar a todos aquellos que quieren tirarnos o sacarnos de la carrera, recordándonos que no debemos luchar, pero ella lo logró, así que a empujar todas.
