Tengo la certeza de que la frase "un vaso de agua no se le niega a nadie" resuena familiarmente para aquellos de mi misma generación y nos transporta instantáneamente a recuerdos de nuestra niñez. Personalmente, me lleva de vuelta a los días en los que, de camino a la escuela primaria, pasaba por una presa donde solían estar un par de patos. Por las tardes, jugábamos cerca del río de la comunidad y un día cualquiera nos divertíamos en el riachuelo que serpenteaba junto a nuestra casa. Si teníamos sed, bastaba con abrir la llave para llenar un vaso de agua fresca y cristalina.
De eso hace más de cuatro décadas y desde entonces, ha habido un llamado constante a la conciencia sobre el cuidado del agua. Recordemos un comercial que repetía incansablemente que el agua era un recurso de todos y que debíamos cuidarlo, pues su disponibilidad estaba en peligro. Luego, otra campaña nos advertía sobre la importancia de no desperdiciar ni una sola gota, recordándonos que gota a gota el agua se agota. A pesar de estas advertencias, muchas veces nos parecía algo lejano, casi improbable, hasta que la realidad nos alcanzó.
Hasta hace dos décadas, un humedal se encontraba junto a las aulas de mi universidad, el croar de las ranas formaba parte de los sonidos cotidianos que nos acompañaban. Sin embargo, el día de hoy, las autoridades universitarias nos han dado la bienvenida con un llamado urgente a cuidar el agua, recordándonos que nos encontramos frente a una crisis hídrica.
En mi ciudad, las cisternas y las pipas de agua se han vuelto una presencia cotidiana en nuestro paisaje urbano. La urgencia de almacenar agua se ha vuelto imperante. Sin embargo, nos enfrentamos a una preocupante incógnita: ¿hasta cuándo podremos mantener esta práctica? ¿seguiremos abrazando aquello de que un vaso de agua no se le niega a nadie o enfrentáremos una guerra del agua?
La creciente demanda de agua y los impactos del cambio climático han exacerbado la escasez de este recurso vital. A medida que las reservas disminuyen y las fuentes naturales se agotan, nos encontramos en una carrera contra el tiempo para encontrar soluciones sostenibles que aseguren una distribución equitativa, prevengan el desperdicio, la contaminación y gestionen el agua de manera sostenible.
Corresponde a expertos y líderes en la toma de decisiones desarrollar estrategias significativas para abordar la crisis hídrica. Mientras tanto, cada uno de nosotros puede contribuir con pequeñas acciones que, aunque puedan parecer insignificantes individualmente, en conjunto pueden ayudar a mitigar esta crisis hídrica:
- Ducharse en menos de cinco minutos.
- Incorporar electrodomésticos más eficientes en términos energéticos.
- Evitar desperdiciar comida para disminuir nuestra huella hídrica.
- Regar las plantas por la noche.
- Evitar tirar aceite y otros residuos al desagüe.
- Utilizar recipientes para las tareas cotidianas, por ejemplo utiliza un vaso para enjuagar los dientes, un bol para lavar frutas y verduras y una cubeta para lavar el automóvil.