Normalmente, este espacio lo dedicó a comentarios de índole política. Sin embargo, siento la obligación de tocar un tema que me prendió las alarmas en días recientes.
Me refiero a la gran cantidad de usuarios de redes sociales que, a la mínima motivación, exhiben su odio y desprecio por la comunidad LGBTQ+. Y todavía mayor es el rechazo para la gente portadora de VIH.
Triste realidad la que prevalece en México, pese a la hipócrita convivencia mediática que aparenta que somos una sociedad más plural, respetuosa y equitativa.
El caso que detonó esta inercia fue el estado de salud de un famoso conductor de espectáculos de TV Azteca, quién pese a nunca haberse declarado homosexual, versiones periodísticas apuntan a que pertenece al colectivo.
Los comentarios de odio no se dejaron esperar. Para corroborar lo anterior solo hay que echarle un vistazo al HT #DanielBisogno en la red social X.
Muchos usuarios justifican el estado de salud del también comediante con su “estilo de vida”, y aunque ninguna versión oficial indica que sea portador de alguna enfermedad de transmisión sexual, la constante en los insultos es, cito, “ojalá se muera pronto por joto sidoso”.
Pero, mucho ojo, el odio no se queda en el espectro digital. Según las cifras más recientes disponibles, entre 2017 y 2022, 548 personas fueron asesinadas en México por su orientación sexual o identidad de género (de acuerdo a Letra S, Sida, Cultura y Vida, A.C. y a Statista Research Department).
El escenario para las personas portadoras de VIH, es también desolador.
Pese a que los avances en la medicina han colocado este padecimiento como una enfermedad crónico-degenerativa, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación señala que “cinco de cada siete mexicanos rechazan la idea de tener a un portador como huésped o empleado”.
Ignorancia, miedo, odio, y muchos tabúes más se suman a la lista de condiciones adversas que evitan que en México podamos transitar en piso parejo en materia de respeto a la individualidad y a los derechos humanos fundamentales.