Cada año en nuestro país 5.4 millones de niñas, niños y adolescentes son víctimas de abuso sexual en México.
Son 5.4 millones de historias de terror, no son números, son personas.
Seis de cada 10 de estas violaciones, se producen en casa y en el 60 por ciento de los casos, el agresor es un familiar o pertenece al círculo cercano a la familia.
Muchas veces no se denuncia, porque no les creen a los niños, por pena a que sus hijos sean señalados, y por falta de credibilidad en las autoridades.
Este dato es sumamente grave, pues México sigue ocupando los primeros lugares en abuso sexual infantil según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Lamentablemente de cada mil casos de abuso sexual contra este grupo de la población, solo 100 se denuncian y de estos, únicamente el 10 por ciento llega ante un juez, y de los cuales, sólo el uno por ciento recibe una sentencia condenatoria.
Lo que refleja que tenemos a muchos abusadores sexuales libres, atormentando a sus víctimas, que padres de familia y el Estado no están garantizando su seguridad y que sus derechos son vulnerados.
Las consecuencias de la violencia sexual pueden ser devastadoras tanto a corto como a largo plazo, especialmente cuando el abusador es una figura de confianza.
Según la unidad de Inteligencia Financiera, indican que, durante 2021, en el marco de la pandemia, aumentó 117 por ciento, la producción y consumo de pornografía infantil en México, por lo que este mercado se duplicó, además de que se calcula que 21 mil niños son secuestrados anualmente en el país para explotación sexual infantil.
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