Envueltas en una ola morada de expresiones en palabras vociferantes y carteles demandando justicia para algunas cuya voz desapareció, y que se escuche la de quienes aún están, la marcha conmemorativa por el 8 de Marzo sigue siendo, desde 1908 y quizá, más allá, desde el siglo 18, un bello y violento recordatorio de que aún tenemos una deuda pendiente como seres humanos y políticos con las mujeres. Al menos en el caso de México, el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, escúchelo bien, en 2023 reportó el asesinato de más de 3 mil mujeres, cifra confirmada con datos del INEGI, que además precisó un incremento en los delitos sexuales en contra de niñas y adolescentes, agresiones por violencia familiar, trata y feminicidios.
Mientras bebe de su café americano sin azúcar, el predicador del Sótano, como esposo, padre de tres hijas, tío de tres adolescentes más y una niña, hermano de tres hermanas y amigo de miles de mujeres más, periodistas, profesoras, políticas, servidoras públicas, alumnas, le parece tonificante la marcha y sus expresiones, porque no surgen de un trivial discurso de ser y hacer, o de entregar rosas, sino de una demanda justa de paz y visibilidad, de la exigencia de acciones inmediatas, de políticas públicas que no requieran de debates incansables de partidos en los congresos que alegan más protagonismo que ejercicio activo.
Ahí estuvieron en la marcha mi hija y cientos de alumnas y amigas, valientes, portando un cartel frente a las cientos de vallas y miles de policías, en su mayoría mujeres a las que no dejaron marchar ni tomarse el día, pero que debían proteger el patrimonio gubernamental a punta de toletes, o en despreciables actos de pseudo autoridad, con gases lacrimógenos. No cabe duda que la ignorancia entiende como prioridad cuidar edificios que a esas más de tres mil mujeres que son asesinadas año con año… Misóginos machistas y estúpidos…
También ahí, al pie del cañón, portando una cámara o una grabadora, sus propias armas de lucha, estaban muchas mujeres periodistas. Le diré algo, durante el 2023 se registraron 184 casos de agresiones en contra de mujeres periodistas por ejercer su labor. En 4 de cada 10 de estos casos, los ataques fueron cometidos por funcionarios públicos, reveló el observatorio “Comunicación e Información de la Mujer” (CIMAC).
Y es así porque los medios de comunicación trabajan en visibilizar esa lucha silenciosa de diario y ese grito de “¡basta!” de cada 8 de Marzo, mientras que otros, por las mañanas, tardes o noches, desde un escritorio maquinan estrategias para maquillar las cifras mortales y su incapacidad para velar por ellas, las de morado, las de cualquier color de cabello, de falta o pantalón, o de genero… Las de morado porque representa la igualdad de género y porque dicho color está compuesto por la mezcla del azul, asociado a los hombres, y el rosa, ligado a las mujeres, o porque e le vincula a 1908, cuando las sufragistas británicas usaron una bandera con tres colores para representar su movimiento por el voto femenino. Estos eran el blanco, verde y el morado.
Ojalá –lo dice el periodista mientras termina con el último sorbo de su café-, el 8M, se conmemore con banderas blancas y no con bloques negros. Eso depende de cada uno de nosotros, incluso de ellas, cuando salvan a una paciente, cuando le curan las heridas a una víctima de agresión, o cuando las protegen en un juzgado o un ministerio público, pero sobre todo con hombres dignos de recordar que provienen del vientre de una mujer… Mi X @raulmandujano