El hacedor de los mensajes irreverentes Desde el Sótano, no alcanza a comprender cómo, en un mundo –porque no pasa sólo en México-, marcado por la guerra y la violencia, es la manipulación de los mensajes el agravante de los conflictos y el fanatismo. Y no vienen sólo desde los medios de comunicación (aunque llegan a la gente desde múltiples plataformas) sino de influencers modernos como Andrés Manuel, Claudia, Xóchitl, Máynez y, a nivel local otros con aspiraciones chistosas. Y no sé quiénes son peores, si el “Fofo” Márquez o… o el que usted elija. Al final, es la gente la que debe aguantar las mentiras repetidas mil veces para hacerlas verdad, diría el exministro nazi Joseph Goebbels.
Mientras sorbe a su café sin azúcar, el periodista no comprende tampoco cómo, ante la realidad frente a nuestros “ojotes”, seguimos creyendo. No hay agua, se viene un holocausto, todos los días hay asesinatos, olas de migrantes, secuestros, desaparecidos, control social del crimen organizado, extorsiones, balaceras, policías humillados, desabasto de alimentos, medicinas, hospitales, obras infructuosas, pésimas candidatas y candidatos, derroche de dinero público, pésimo transporte, ejecuciones de políticos, acusaciones de tráfico de influencias en el poder judicial y el gobierno federal… y seguimos creyendo que la gente está feliz, o que el delito bajo en casi un 50 por ciento en la ciudad de México, o que los policías que se manifiestan son los corruptos, o que la transformación va, aunque con los que antes eran priístas…
Y están quienes creen que el periodismo libre es aquel que sólo debe criticar al gobierno. Y se estancan ahí, sin escuchar, ni ver ni leer aquellas historias que alimentan la paz, porque prefieren el amarillismo disfrazado de análisis o las portadas de periódicos con mujeres semidesnudas que las denigran, o que muestran ya sus preferencias personales a través de encuestas mentirosas a costa de la venta de publicidad periodística. O esos pseudo conductores de deportes que cuentan chistes o endiosan al equipo del dueño de la televisora o el medio. Y a eso le llaman periodismo libre.
Pero no consideran que libertad de expresión es también contar historias, de la gente, del pasado, del presente. Que omitir hablar de política, no define a un periodista, sino lo enaltece porque, el compromiso es informar a la sociedad. “En un Estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres”, escribía Suetonio, historiador romano pero, la mejor sería: “El lobo siempre será el malo, si solo escuchamos la versión de Caperucita”.
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No todo lo que escuchamos es cierto. Me queda claro y lo confirmé en el primer debate de “los presidenciables”, de “los buscadores de la silla perdida”… Somos conscientes de que tras amables palabras, en ocasiones, se esconden oscuros intereses o sagaces manipulaciones. Chimamanda Ngozi Adichie, una escritora nigeriana, se refiere al “peligro de una sola historia”, y explica lo inquietante que resulta tener que enfrentarse siempre a discursos minoritarios capaces de influir en grandes masas. Ella debe siempre corregir a todos aquellos que piensan que Nigeria es solo un país de leones y jirafas, en pueblos incultos y salvajes.
Aún no nos hemos dado cuenta, pero en el discurso de la guerra, el control de las imágenes para mostrar víctimas y dolor, es un pretexto para matar. Israel es víctima, sí, pero también una nación asesina. Detrás de los cohetes que Hamás y la Yihad Islámica lanzaron en mayo de 2021, hay una historia de millones de muertos en Gaza… Detrás de una gran verdad, hay también una gran mentira… Mi X @raulmandujano
